PREPAREMOS LA VISITA DEL PAPA

Con la llegada del mes de septiembre se cierra el largo periodo del verano.

Como es tradicional, a lo largo de estos meses todas las cosas han vivido un ritmo más lento, muchas personas han aprovechado para tomarse un merecido descanso y para renovar las energías con el fin de empezar con nuevos bríos el curso que estrenamos.

Al dirigir nuestra mirada hacia delante nos encontramos ya muy cerca de una fecha que tiene un brillo especial: el día 7 de noviembre. Ese día, sin duda, quedará registrado como un día importante para la Iglesia en Cataluña y también en la historia de la Ciudad. Su Santidad Benedicto XVI dedicará el templo de la Sagrada Familia, y tendrá ocasión de encontrarse con millares de fieles, catalanes y de todo el mundo, como corresponde a esta ciudad tan cosmopolita en la que nos encontramos.

Todos esperamos que la visita del Papa sea un revulsivo para nuestra sociedad, que indudablemente tiene unas profundas raíces cristianas, pero que a veces parece querer renegar de la fe sobre la que se ha originado.

Sobre la visita del Papa se puede encontrar una abundante información en la página web del Arzobispado de Barcelona (http://www.arqbcn.org).

Conviene que preparemos bien esta visita. Quizá en cuanto a la organización material no podamos hacer mucho, pero siempre se puede rezar por los frutos del viaje, y esto lo podemos hacer todos, jóvenes adultos y ancianos. La oración –no lo olvidemos– resulta siempre eficacísima.

Mn. Francesc

Hoja mensual Septiembre 2010

TIEMPO DE VERANO, TIEMPO DE VACACIONES

A lo largo de los meses del verano muchas personas se tomarán un merecido tiempo de vacaciones, tiempo importante que ha de servir para descansar y recuperar fuerzas. Al comenzar este tiempo el Papa, el día 27 de junio de este año, en una homilía, decía unas palabras que muy bien nos pueden ayudar a orientar mejor nuestro tiempo de descanso. Entre otras cosas señalaba lo siguiente: Les deseo (a las personas que hacen sus vacaciones) que este tiempo de descanso sirva para reposar la mente y el cuerpo, sometidos diariamente a un continuo cansancio y estrés, dado el ritmo frenético de la existencia moderna. Las vacaciones constituyen también una preciosa oportunidad para estar un tiempo más largo con los familiares, para reencontrar a los parientes y amigos, en una palabra para dar más espacio a aquellos contactos humanos que el ritmo de los compromisos de cada día impide cultivar como se desearía (…) El tiempo de las vacaciones representa para muchos una favorable ocasión para encuentros culturales, para prolongados momentos de oración y de contemplación, en contacto con la naturaleza o en monasterios y estructuras religiosas. Disponiendo de más tiempo libre se puede dedicar con mayor gusto a la conversación con Dios, a la meditación de la Sagrada Escritura y a la lectura de algún libro formativo y útil. Quien tiene la experiencia de este reposo del espíritu, sabe cuán útil es para no reducir las vacaciones a mero pasatiempo y diversión. La fiel participación a la celebración eucarística dominical ayuda a sentirse parte viva de la comunidad eclesial también cuando se está fuera de la propia parroquia. Donde sea que nos encontremos tenemos siempre la necesidad de nutrirnos de la Eucaristía (…)

El día 15 de agosto se celebrará en toda la Iglesia la Solemnidad de la Asunción de la Virgen.

Un momento mariano muy importante y querido por los cristianos: en esa fiesta recordamos que María fue llevada al Cielo en cuerpo y alma, con gran alegría de ángeles y santos. Honremos a nuestra Madre como ella se merece.

Mn. Francesc

 Hoja Agosto 2010

SIN EL DOMINGO NO PODEMOS VIVIR

Hace unos años, el Papa Juan Pablo II en la Encíclica Dies Domini escribía estas palabras: «Que todos los fieles vean muy claro el valor irrenunciable del domingo en la vida cristiana.

Actuando así nos situamos en la perenne tradición de la Iglesia, recordada firmemente por el Concilio Vaticano II al enseñar que, en el domingo, “los fieles deben reunirse en asamblea a fin de que, escuchando la Palabra de Dios y participando en la Eucaristía, hagan memoria de la pasión, resurrección y gloria del Señor Jesús y den gracias a Dios que los ha regenerado para una esperanza viva por medio de la resurrección de Jesucristo de entre los muertos (cf 1Pe 1,3)”» (Dies Domini, 6).

Sobre el mismo tema predicó el Papa Benedicto XVI en la homilía de una misa celebrada en Viena con motivo de su viaje a Austria, en septiembre de 2007, en la que repetía la frase pronunciada por los mártires de Abitinia, quienes respondieron a la prohibición del emperador Diocleciano de reunirse para celebrar la eucaristía con esta frase: «Sin el domingo no podemos vivir» .

Destacamos algunas de las ideas contenidas en aquella predicación del Papa.

El domingo, en nuestras sociedades occidentales, se ha convertido en un fin de semana, en tiempo libre.

El tiempo libre, especialmente en medio de la prisa del mundo moderno, es ciertamente algo bello y necesario. Pero si el tiempo libre no tiene un centro interior que ofrece una orientación de conjunto acaba convirtiéndose en tiempo vacío que no refuerza ni ofrece descanso. El tiempo libre tiene necesidad de un centro, el encuentro con Aquel que es nuestro origen y nuestra meta.

Recordando el ejemplo de los primeros cristianos, Benedicto XVI explicó que para ellos la misa dominical no era vista «como un precepto, sino como una necesidad interior».

También nosotros tenemos necesidad del contacto con Jesús Resucitado, que nos apoya hasta después de la muerte. Tenemos necesidad de este encuentro que nos reúne, que nos da un espacio de libertad, que nos permite mirar más allá del activismo de la vida cotidiana para contemplar el amor creador de Dios, del que procedemos y hacia el que estamos en camino.

También explicó el Papa que el domingo al mismo tiempo nos recuerda el último día de la creación de Dios, como es narrada en el Génesis: «Por este motivo, el domingo también es en la Iglesia la fiesta semanal de la creación, la fiesta de la gratitud y de la alegría por la creación de Dios».

Mn Francesc

Hoja mensual Julio 2010

MES DEL SAGRADO CORAZON

Este año, el primer domingo del mes de junio, día 6, celebramos la Solemnidad del Corpus Christi, una de las fiestas más tradicionales y queridas del pueblo cristiano. En ella se conmemora la institución de la Santísima Eucaristía, el Jueves Santo, con el fin de tributar al Santísimo Sacramento un culto público y solemne de adoración, amor y gratitud.

A lo largo de los siglos se ha celebrado el jueves después del domingo de la Santísima Trinidad, pero la reforma litúrgica del Concilio Vaticano II permitió que pudiera trasladarse, donde las Conferencias Episcopales lo vieran oportuno, al domingo siguiente.

Aunque en la Iglesia siempre ha habido una fe clara e inequívoca en la presencia real de Jesucristo bajo las especies eucarísticas, no es hasta el siglo XIII que, por la Bula Transiturus del Papa Urbano IV el 8 de septiembre de 1264, se ordena la celebración de la Solemnidad. En dicha bula se preveía la celebración de la solemnidad el jueves después del domingo de la Santísima Trinidad, y se otorgaban muchas indulgencias a todos los fieles que asistieran a la santa misa y al Oficio Divino, que, en gran parte, fue compuesto por Santo Tomás de Aquino.

La tradición de las procesiones del día del Corpus surge posteriormente.

Seguramente inspiradas en las que tenían lugar en las zonas rurales, en las que se llevaban en procesión los santos por los campos, poco a poco se va generalizando la procesión con el Santo de los Santos para llevar, por los lugares donde se realiza la vida ordinaria de las personas, al mismo Dios hecho Eucaristía. Poco a poco las procesiones se van extendiendo por las distintas diócesis y, a finales del siglo XIV, son comunes en el orbe cristiano.

Con esta procesión el pueblo cristiano atestigua su gratitud y recuerdo por tan inefable y verdaderamente divino beneficio, por el que se hace nuevamente presente la victoria y triunfo de la muerte y resurrección de Nuestro Señor Jesucristo.

Mn. Francesc

 Hoja mensual Junio 2010

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