Llevar una vida cristiana

Llevar una vida cristiana significa vivir el mandamiento del amor, que tiene esa doble dimensión de la que nos habla el Señor en el Evangelio: amar  a Dios, amar al prójimo. Y esto, aunque parezca sorprendente, nos lo dice la experiencia diaria, no es fácil.

Las dificultades son evidentes: algunas son dificultades interiores. Todos sentimos en nuestro interior la enorme fuerza que tiene la soberbia, una de cuyas manifestaciones es la tendencia a ser egoístas, a mirarnos a nosotros mismos, a juzgar cosas y personas de acuerdo con el beneficio que nos producen a nosotros… Y de esas inclinaciones nacen todos los demás problemas: avaricia, lujuria, ira, envidia… De hecho para vivir una vida cristiana hay que luchar contra esos movimientos interiores y que ofrecen una gran resistencia…

Otras veces las dificultades son exteriores: con frecuencia nos encontramos con un ambiente no cristiano, a veces beligerantemente anticristiano; no es extraño que quien procura vivir su fe se vea ridiculizado, denostado y en ocasiones incluso perseguido. Los mártires no son figuras del pasado, sigue habiendo mártires en nuestros días. Para vivir la fe en esas circunstancias hace falta mucha fortaleza.

Ante la evidencia de las dificultades, puede ser que nos asalte la duda: ¿se puede “vivir en cristiano”?; ¿es posible vivir según las enseñanzas de Jesús?

La respuesta parece evidente: tiene que serlo, porque Dios no nos pide imposibles.

Pero es cierto que no es fácil. No basta la voluntad personal. Se necesita algo más: se necesita la ayuda de Dios; sin ella no hay nada que hacer. Y esta ayuda tiene un cauce claro: nos llega a través de la oración y de los sacramentos. Es con estos medios que la persona cristiana puede vivir a fondo su fe y llegar a la santidad a pesar de las dificultades interiores y exteriores que se interponen en su camino.

 

Mn Francesc Perarnau

Mes de María

 

Nos equivocaríamos si pensáramos que la devoción a María es un estadio muy primario, casi  infantil en la evolución de la vida espiritual de la Iglesia o de la persona cristiana. Basta leer las palabras del capítulo 8 de la Constitución Lumen Gentium del Concilio Vaticano II para darse cuenta de que María ocupa un puesto preeminente dentro de la Iglesia y por consiguiente en la vida cristiana.

Siempre ha estado muy presente en la vida de la Iglesia, pero a medida que la teología ha ido profundizando el papel de María se ha ido comprendiendo mejor, y su figura haciéndose más luminosa.

Gracias a María llegará el Redentor, porque ella es la Madre que nos lo trae al mundo, y también gracias a Ella la Redención se extiende porque, por encargo de su divino Hijo, continúa ejerciendo la maternidad sobre la Iglesia fundada por Él. Nos dirá el Concilio:

LG 62. Esta maternidad de María en la economía de gracia perdura sin cesar desde el momento del asentimiento que prestó fielmente en la Anunciación, y que mantuvo sin vacilar al pie de la cruz hasta la consumación perpetua de todos los elegidos. Pues, asunta a los cielos, no ha dejado esta misión salvadora, sino que con su múltiple intercesión continúa obteniéndonos los dones de la salvación eterna. Con su amor materno se cuida de los hermanos de su Hijo, que todavía peregrinan y hallan en peligros y ansiedad hasta que sean conducidos a la patria bienaventurada. Por este motivo, la Santísima Virgen es invocada en la Iglesia con los títulos de Abogada, Auxiliadora, Socorro, Mediadora. Lo cual, embargo, ha de entenderse de tal manera que no reste ni añada a la dignidad y eficacia de Cristo, único Mediador. (…) La mediación única del Redentor no excluye, sino que suscita en las criaturas diversas clases de cooperación, participada de la única fuente.

La Iglesia no duda en confesar esta función subordinada de María, la experimenta continuamente y la recomienda a la piedad de los fieles, para que, apoyados en esta protección maternal, se unan con mayor intimidad al Mediador y Salvador.

En el mes de Mayo los cristianos la honramos de manera muy especial, ella lo merece, y lo agradece con abundancia de gracias. La experiencia multisecular de la Iglesia es clara: cuando María está presente,  crece y se fortalece la vida cristiana en las personas, en las familias, en la sociedad.

 

Mn Francesc Perarnau

¡Tenemos Papa!

Después de unas semanas en ese estado “incómodo” de Sede Vacante de la que hablábamos el mes pasado, tenemos la enorme alegría de tener un nuevo Romano Pontífice. Es lógico que la Iglesia Católica esté exultante: ya hay en la Sede Romana un nuevo sucesor de Pedro, el Papa Francisco, que por serlo es cabeza de la Iglesia universal, que tiene la misión de guiarla en los próximo años, que esperamos que sean muchos.

Todos los fieles de la Iglesia tenemos obligación de hacer una piña en torno al Papa Francisco, el Padre Común; de acompañarle con nuestra oración por su persona y por sus intenciones; de escuchar y secundar sus enseñanzas y de hacer de altavoz de sus palabras.

Muchos sentimos una emoción muy grande cuando al salir a la Plaza de San Pedro para saludar y bendecir al pueblo reunido, quiso que todos rezáramos con él: Padrenuestro, Avemaría, Gloria… como si desde el primer momento quisiera resaltar la primacía absoluta de la Oración en la vida de la Iglesia y de los cristianos. Y así empezó el Pontificado: acudiendo a Dios con la oración de Jesús, honrando a la Trinidad Santa y acudiendo a la Santísima Virgen.

No tendría sentido intentar establecer comparaciones entre unos Papas y otros. Evidentemente el Papa Francisco es distinto de Benedicto XVI y de Juan Pablo II, pero cada uno de ellos ha recibido la pesada carga del ministerio Petrino y cada uno de ellos ha marcado el camino que convenía seguir en su Pontificado. Roguemos por él para que sea un buen instrumento del Espíritu Santo en el cumplimineto de la grave misión que se le ha confiado,  y para que los fieles de la Iglesia, como ovejas de su rebaño que somos, nos dejemos gobernar y conducir.

Mn Francesc Perarnau

SEDE VACANTE

En el momento en que este editorial vea la luz nos encontraremos en la Iglesia en periodo de Sede Vacante. Significa que en estos momentos estamos en un momento de cambio de Papa. Por motivos que S.S Benedicto XVI explicó, con absoluta libertad y tomando su decisión con la clara conciencia de estar cumpliendo así la voluntad de Dios, renunció a seguir como cabeza de la Iglesia para dejar paso a un nuevo Papa, el que serà el 266 sucesor de San Pedro.
Esta Sede Vacante tiene unas características diferentes de las que se han producido en los últimos siglos: no ha habido fallecimiento del Papa. Hace pocos días el Papa ha explicado que ahora se dedicará a una vida de oración más intensa, apartado ya de la brega diaria al frente de la Iglesia.
Nos queda una gran deuda de agradecimiento con él. Mientras ha ocupado la Sede de Pedro ha puesto todas sus energías al servicio de la Iglesia. Lo ha dado todo. Ha agotado toda sus energías llevando esta carga. Con imagen gráfica podríamos decir que se ha exprimido… Es obligación de todos seguir rezando por él para que Dios le bendiga abundantemente y le conceda la paz que desea hasta el momento de llamarlo a su presencia.
Pocos días después de comenzado el mes de marzo, en una fecha que en el momento de escribir estas líneas todavía no está fijada, se convocará el cónclave de cardenales que tendrá como misión elegir el nuevo Sumo Pontífice. Los cardenales estarán reunidos un tiempo indefinido hasta que la Fumata blanca nos informe de que ellos ya han elegido a la persona que ocupará la Cátedra de San  Pedro y que ha dado su conformidad. Será el momento gozoso del “Habemus Papam!”
Y desde el primer momento, pero especialmente durante el Cónclave hemos de unirnos todos en oración al Espíritu Santo para que la elección que realizarán los cardenales allí reunidos sea la que Dios quiere, y que desde el primer momento le llene al elegido de las gracias necesarias para poder llevar adelante la misión y carga que le será encomendada.
Siempre se necesita que recemos por la cabeza de la Iglesia, así lo hacían los primeros cristianos, y lo han hecho los cristianos a lo largo de los siglos. Y así lo haremos también nosotros uniéndonos a esta tradición multisecular.

Mn Francesc Perarnau

Empieza la Cuaresma

Todavía con el recuerdo reciente de la Navidad, empezamos ya el tiempo de cuaresma, un tiempo que nos habla aún de la fiesta lejana de la Pascua, la más importante del Año Cristiano.

La cuaresma es un tiempo de preparación en el que procuramos renovar nuestra vida cristiana. Tradicionalmente la Iglesia propone que la preparación se realice a través de la oración, del sacrificio y de la preocupación por los demás (oración, ayuno, limosna).

San León Magno ponía el acento en la necesidad de ejercitarse especialmente en la virtud de la caridad: “Así pues, amadísimos, si bien todo tiempo es bueno para ejercitarse en la virtud de la caridad, estos días cuaresmales nos invitan a ello de un modo más apremiante; si deseamos llegar a la Pascua santificados en el alma y en el cuerpo, debemos poner un interés especialísimo en esta virtud, que contiene en sí todas las otras y cubre la multitud de los pecados”.

Los buenos deseos conviene concretarlos en acciones concretas. Muchas personas están cargadas de ellos en su interior, pero no acaban de realizarlos por no traducirlos en propósitos. En el Evangelio encontramos un buen listado de propuestas del Señor sobre el modo de ejercitar la Caridad con los demás. Tenemos bien presente aquellas palabras de Jesús, recogidas por Sant Mateo (Mt. 25, 31): “Tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, estaba desnudo y me vestisteis, era peregrino y me hospedasteis…”. Palabras que nos conviene meditar y que nos han de mover a hacer nuestros propósitos para la vida diaria. Es bueno que estén relacionados con el entorno en el que nos movemos habitualmente y que sean sencillos de formular y de llevar a la práctica: sonreír más, escuchar con atención, ser más amable, dar las gracias, callar posibles reproches, ofrecerse para ayudar sin que nos lo tengan que pedir… Con imaginación se puede hacer una pequeña lista de la que después podemos examinarnos.

Este esfuerzo por afinar en la caridad con los demás seguro que nos ayuda en la lucha contra nuestro egoísmo y así nos hace mejores y agrada a Dios.

Es una buena manera de vivir la cuaresma y de prepararnos para la Pascua.

Mn. Francesc Perarnau

EL PAPA Y LOS REYES MAGOS

Hace poco tiempo algunos periódicos recogían la noticia con grandes titulares: el Papa había escrito en su libro sobre la infancia del Señor que los Reyes Magos eran de Andalucía.

La noticia no dejaba de sorprender y, lógicamente venían ganas de leer lo que en realidad había escrito el Papa, para poder tener una idea clara de su reflexión. El Papa , de hecho, decía estas palabras que copiamos a continuación: “Así como la tradición de la Iglesia ha leído con toda naturalidad el relato de la Navidad sobre el trasfondo de Isaías 1,3, y de este modo llegaron al pesebre el buey y el asno, así también ha leído la historia de los Magos a la luz del Salmo 72,10 e Isaías 60(*). Y, de esta manera, los hombres sabios de Oriente se han convertido en reyes, y con ellos han entrado en el pesebre los camellos y los dromedarios.

La promesa contenida en estos textos extiende la proveniencia de estos hombres hasta el extremo Occidente (Tarsis, Tartessos en España), pero la tradición ha desarrollado ulteriormente este anuncio de la universalidad de los reinos de aquellos soberanos, interpretándolos como reyes de los tres continentes entonces conocidos: África, Asia y Europa”.

Como se puede comprobar, nada tiene que ver lo que dice el Papa en el libro con la procedencia andaluza de esos Magos que aparecen en el Evangelio.

Lo peor de todo es que esa noticia que, por otra parte, no tiene más trascendencia, muestra una vez más cómo algunos pueden destruir una labor profunda de un experto en Sagrada Escritura con unos comentarios jocosos que quedan muy lejos del sentido real que el escritor, en este caso el Papa, escribe en su libro.

De cualquier modo, nos queda la lección bien aprendida. Aunque a veces pueda resultar un poco arduo, vale la pena leer en directo los tres libros sobre la Vida de Jesús que el Papa ha publicado en los últimos años. Beber en esa fuente sin intermediarios que nos quieran explicar lo que el Papa quiere decir, nos ayuda a conocer mejor al Señor. Lo haremos a través de la luz que nos aporta la reflexión sabia de un hombre de Dios, que además es un gran teólogo y en estos momentos el sucesor de Pedro al frente de la Iglesia.

Mn Francesc Perarnau

(*)

Salmo 72, 10 y ss  (…)que los reyes de Tarsis y de las costas lejanas / le paguen tributo. / Que los reyes de Arabia y de Sebá  le traigan regalos; / que todos los reyes le rindan homenaje y lo sirvan todas las naciones.

Isaias 60, 6 (…) Te verás cubierta de caravanas de camellos / que vienen de Madián y de Efá; / vendrán todos los de Sabá, /cargados de oro y de incienso, / y proclamarán las acciones gloriosas del Señor.

El Árbol de Navidad: Un símbolo

Algunas personas ven el  árbol de Navidad como perteneciente a una simbología pagana que se ha “infiltrado” entre las costumbres cristianas. En realidad se trata de un error. Es verdad que ha venido de fuera. Nace, sí, a partir de unas celebraciones paganas, pero hace muchos siglos que fueron cristianizadas por los Evangelizadores.

Los antiguos germanos tenían la creencia de que el mundo y todas las estrellas que se pueden contemplar en los cielos estaban como colgados de las ramas de un árbol gigantesco que sería el Dios Odín. A ese Dios le rendían culto en el día del solsticio de invierno, muy cercano a la celebración cristiana de la Navidad, momento en que los días que hasta este momento han sido cada vez más cortos, empiezan de nuevo a crecer, y parece que la vida se renueva. La celebración festiva consistía en adornar un roble con antorchas que representaban a los astros del cielo mientras bailaban y cantaban a su alrededor.

San Bonifacio, evangelizador de Alemania e Inglaterra, aprovechó aquella manera de celebrar y, con gran sabiduría catequética, la transformó en celebración cristiana. No se trataba de destruir, sino de reconducir, de llevar a plenitud de sentido. Cortó el roble de las celebraciones y plantó en su lugar un abeto, árbol de hoja siempre verde, símbolo del amor perenne de Dios y lo adornó con manzanas y velas, dándole así un simbolismo cristiano: las manzanas representaban las tentaciones, el pecado original y los pecados de los hombres; las velas representaban a Cristo, la luz del mundo y la gracia que reciben los hombres que aceptan a Jesús como Salvador.

Como se puede ver también el árbol de Navidad está cargado de sentido, que junto al nacimiento, tan propio de nuestras tierras, y a los villancicos, dan a nuestras casas y ciudades ese “ambiente de Navidad” tan propio de estos días.

Mn Francesc Perarnau

Tiempo de Elecciones

Entramos en el mes de noviembre, penúltimo del año, que viene esta vez marcado por las elecciones al Parlamento de Catalunya que se han de realizar a finales del mes. Es un tema muy importante para el presente y futuro inmediato de Catalunya y es lógico que las diferentes visiones políticas que conviven en nuestra sociedad se enfrenten -siempre democráticamente- y que sean los ciudadanos, de acuerdo con las leyes vigentes los que decidan que tipo de gobierno prefieren.

Los Obispos de Catalunya, teniendo en cuenta su responsabilidad en la misión de maestros de los fieles cristianos, dieron unas orientaciones generales que conviene tener presentes a la hora de afrontar este período de la vida ciudadana. En el escrito emanado de la Conferencia Episcopal Tarraconense se señala que, “en un régimen democrático, cada ciudadano debe poder manifestar las propias convicciones y hacer camino con los demás, pensando que «una sociedad que, en todos sus niveles, quiere positivamente estar al servicio del ser humano es la que se propone como meta prioritaria el bien común, en tanto que bien de todos los hombres y de todo el hombre» (Compendio Doctrina Social de la Iglesia n. 165).

Al mismo tiempo se señala que las elecciones democráticas exigen el derecho y el deber de de ejercer el propio voto, con libertad y responsabilidad.

Una vez más los obispos de Catalunya recuerdan que no les corresponde optar por ninguna de las legítimas opciones que se presentarán, siempre que se basen en el respeto de la dignidad inalienable de las personas y de los pueblos, y que buscan con paciencia la paz y la justicia.

Es evidente que no hay una solución “católica” a la mayor parte de los problemas que se presentan en la sociedad, y que nadie posee tampoco “la verdad” en un terreno en el que se admiten muchas propuestas, la mayor parte de ellas legítimas y posibles. Cada partido propondrá aquellas soluciones que piense oportunas y los ciudadanos, en una democracia que es ya adulta, en libertad y con la consiguiente responsabilidad, han de decidir con su voto lo que entiendan que es mejor para el bien común.

Pidamos a Dios que ilumine a los que habrán de gobernar para que sean verdaderos servidores del bien común y busquen “el camino del diálogo y el entendimiento entre todas las partes interesadas a fin de lograr soluciones justas y estables, que fomenten la solidaridad y la fraternidad. El futuro de la sociedad catalana está íntimamente vinculado a su capacidad para integrar la diversidad que la configura. (“Al servei del nostre poble” 2011, n. 5)

Mn Francesc Perarnau

A las puertas del Año de la Fe

Con la Carta Apostólica Porta Fidei, fechada el dia 11 de octubre del año pasado, el Santo Padre Benedicto XVI anunció el “Año de la Fe”.

El documento consta de 15 puntos en los que el Papa desgrana una serie de orientaciones para que todos podamos profundizar en las raíces de nuestra fe cristiana, en cómo la vivimos y en cómo nos convertimos en testigos creíbles de la misma.

Como el mismo Papa señala en el documento, esta convocatoria responde a unos felices aniversarios que confluyen en este tiempo: el dia 11 de octubre se cumple el quincuagésimo aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II y el vigésimo de la publicación del Catecismo de la Iglesia Católica, promulgado por el beato Papa Juan Pablo II, y que fue considerado por él como un fruto precioso del Concilio.

Evidentemente todos tenemos una conciencia clara de la importancia tanto del Concilio como de la publicación del Catecismo. Puede ser éste un buen momento para que leamos, si no lo hemos hecho, o para que releamos el Catecismo de la Iglesia Católica. Un extraordinario trabajo que expone de manera estupenda los contenidos de nuestra fe, en las conocidas cuatro partes: lo que creemos, lo que celebramos, lo que vivimos, como rezamos.

Conviene que los cristianos conozcamos bien nuestra fe, que no nos conformemos simplemente con las nociones básicas, con los rudimentos de la fe que nos dieron en las catequesis de la Primera Comunión o de la la Confirmación.

Los sacerdotes nos encontramos con frecuencia, en nuestra labor pastoral, con personas que han de enfrentarse a los problemas que presentan para la fe las circunstancias del mundo actual, con el pobre bagaje de una catequesis sencilla de una lejana Primera Comunión. La fe tiene que desarrollarse y que profundizarse. Es importante para nosotros mismos y para el testimonio que hemos de dar en el mundo. En estos momentos nuestros coetáneos nos piden que hagamos aquello que San Pedro  recomendó a nuestros primeros hermanos en la fe: dar razón de su esperanza.

Y el Catecismo es un instrumento ideal para que encontremos allí contenidos profundos de la fe y el modo de explicarlos a quienes nos lo pidan.

Mn Francesc Perarnau

 

En Septiembre recomenzamos

Para los alumnos de los colegios y de las universidades, el mes de septiembre marca el inicio de un nuevo curso. Pero esto no es solamente para ellos, también se habla de un nuevo curso político y, en general, después del parón que ha supuesto el mes de agosto, todos tenemos la impresión de que “volvemos a empezar”.

De alguna manera, en el mes de septiembre todos recomenzamos: recomienza la vida escolar, la vida universitaria, la vida política y la laboral…

Aunque en Montalegre no hemos detenido la actividad pastoral a lo largo del verano, puesto que la iglesia ha estado abierta todos los días y se han mantenido las Misas y los retiros, sí se han notado las ausencias de los sacerdotes que, por turnos, ha tomado un tiempo para sus necesarias vacaciones y también se ha notado en la atención de despachos, tanto de la iglesia como de la Acció Social.

Y ahora “volvemos a empezar”.

Abrirán los despachos, volverán las actividades, aparecerán nuevas iniciativas para un año especial que se despliega ante nosotros.

En nuestro horizonte cercano vemos con esperanza el comienzo en el mes de octubre del Año de la Fe que ha convocado el papa Benedicto XVI. Será un año estupendo en el que el Romano Pontífice nos pide a todos los católicos que sepamos dar “un testimonio creíble” de nuestra fe. Se trata de implicarse en esta ilusión del Papa, de escucharle y de procurar estar en sintonía con lo que nos está pidiendo en estos momentos. A medida que nos acerquemos al comienzo de este Año de la Fe, los Obispos nos irán marcando el camino por donde debe irse desarrollando nuestra vida cristiana.

Mn Francesc Perarnau

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