El rector en la Misa del día de Navidad, el 25 de diciembre de 2025, nos dijo que el Niño Jesús es el Verbo, lo que significa que estaba antes de todo y se hizo carne, no engendrada ni nacida de deseo humano, sino de Dios mismo.
Recordó la frase que Montalegre había escogido para felicitar la Navidad a través de la felicitación de este año 2025 de San Josemaría del libro Forja, punto 345:
Llégate a Belén, acércate al Niño, báilale, dile tantas cosas encendidas, apriétale contra el corazón… —No hablo de niñadas: ¡hablo de amor! Y el amor se manifiesta con hechos: en la intimidad de tu alma, ¡bien le puedes abrazar!
Vamos a acercarnos al Niño, no temáis, se hace alcanzable, aumentemos este deseo de ir a Él, viene a restaurar la vida eterna, una vida con Dios. En ocasiones nos olvidamos de que en su infinito amor se hizo hombre y con ello nos convirtió en hijos de Dios. Nace en una noche oscura para que veamos que en una noche oscura también hay una luz. Abracémosle y pidámosle que nos ayude pues con nuestras propias fuerzas no podemos nada, bailemos y cantemos junto a Él. Confiemos en Él siempre también ante tantas dificultades, pues Él mismo, siendo Dios, nació en medio de la pobreza sin que nadie les ayudara, desnudo, al calor de los animales, arropado con paja. A final de la misa nos acercaremos a besar la imagen y a decirle cosas ¡encendidas!
Siguiendo el Leccionario de la Misa, el día 27 de diciembre de 2025 celebramos la fiesta de San Juan Evangelista, uno de los doce apóstoles de Jesús que nos presenta un Evangelio en el que a los que reconocemos el nacimiento de Dios hecho hombre pasamos a ser considerados hijos de Dios y nos invita a vivir en comunión con ese testimonio de San Juan, que al momento de la resurrección de Jesucristo vio el sepulcro vació, salvo las sábanas dobladas que habían servido de sudario, y creyó. A partir de ahí su vida fue una entrega total a la vida apostólica y al celibato apostólico. Reflexionemos y pidamos vocaciones a este modelo de vida en medio del mundo.
Isabelita


