El 2 de octubre de 1928 nacía por inspiración divina un nuevo fenómeno teológico y pastoral en la Iglesia: el Opus Dei. El instrumento escogido por Dios para llevarlo a cabo fue San Josemaría Escrivá de Balaguer, entonces joven sacerdote diocesano que por motivos de estudio se había trasladado a Madrid. Se abría en la Iglesia un camino de santidad dirigido a los fieles laicos y a los sacerdotes seculares. No era necesario apartarse del mundo para alcanzar la santidad. Todos estamos llamados por Dios a ser santo en nuestras circunstancias personales a través del trabajo profesional, sea cual sea.
En palabras de san Josemaría, “se han abierto los caminos divinos de la tierra”. Sin duda representó una novedad en esa época y, después de 97 años, continúa siendo una gran novedad. Por eso queremos iniciar un camino de preparación hacia el centenario de este acontecimiento, reflexionando a lo largo de estos tres próximos años sobre la llamada universal a la santidad y al apostolado tal como lo recibió san Josemaría ese día de la fiesta de los santos ángeles custodios.
Lo haremos mensualmente con editoriales de la hoja informativa que nos faciliten ir conociendo mejor el mensaje y el espíritu del Opus Dei. Para empezar, y en consonancia con el año jubilar que estamos viviendo nos puede ayudar la consideración de que éste fenómeno eclesial es un verdadero camino de esperanza al alcance de todos. Un camino que resuena con fuerza hoy: vivir con la conciencia que Dios me llama a unirme a Jesús donde vivo, donde trabajo, donde estoy, en cada momento de mi día. Sin necesidad de cambiar mis circunstancias, con la fuerza de la gracia bautismal, me se llamado a la santidad, con todas sus palabras y consecuencias. Esto nos llena de esperanza para afrontar con fe nuestra vida entera. Y siempre con la ayuda de la Virgen María.
Mn. Xavier Argelich