«El continente asiático constituye un gran desafío para la evangelización»

«Aperite plene portas Christo!»
El lema episcopal de Mons. José Luis Mumbiela son las palabras del beato Juan Pablo II que ponían de manifiesto su gran deseo al inicio de su pontificado y que fueron repetidas, y asumidas, por Benedicto XVI al final de su homilía también en el inicio de su servicio en la cátedra de Pedro: «Aperite plene portas Christo!» (iAbrid de par en par las puertas a Cristo!).

                                       Mons. José Luis Mumbiela, nuevo obispo de Almaty, en Kazajistán

 
El pasado 8 de mayo, justo una semana después de la subida a los altares de Juan Pablo II, era consagrado como obispo de Almaty, en Kazajistán, el joven sacerdote de Monzón José Luis Mumbiela, hasta ahora rector del Seminario Interdiocesano de Karaganda. Del nuevo Papa beato ha elegido Mons. Mumbiela su lema episcopal: «iAbrid de par en par las puertas a Cristo!» Éste será su gran desafío como pastor en medio de las estepas kazajas, una tierra a la que llegó hace 13 años y que poco a poco se ha ido convirtiendo en la «niña de sus ojos».
Con sólo 41 años, ¿cómo ha vivido su nombramiento como obispo de Almaty, una de las ciudades más importantes de Kazajistán? ¿Qué se le pasa a uno por la cabeza y por el corazón en esos momentos?
He de reconocer que los rumores que corrían antes del nombramiento no me entusiasmaban lo más mínimo, pero cuando la Iglesia te pide un servicio no se lo puedes negar, aunque al inicio te cueste mucho asimilarlo. Con el tiempo, uno se acostumbra a hacer lo que no le apetece cuando Dios se lo pide; y además, descubres, pasado un tiempo, que Él tenía razón. Curiosamente siempre es así: el camino para tu felicidad pasa por el cumplimiento de su voluntad.
¿Con qué expectativas afronta el desafío pastoral que el Papa ahora le propone?
Con la convicción de que sólo con la ayuda de Dios se podrá sacar adelante la misión encomendada. Junto a eso, da alegría saber que Él suele poner al lado los colaboradores necesarios (sacerdotes, religiosas y laicos) para que la obra sea totalmente de Él y como Él quiere. Lo nuestro es procurar «estorbar» lo menos posible.
¿Qué se siente llamado a aportar como pastor diocesano?
Es difícil adivinarlo al inicio del camino, aunque bien me gustaría resumirlo, como deseo, en las palabras de la famosa oración «haz de mí, Señor, un instrumento de tu paz», poniendo perdón, reconciliación, vida, esperanza, optimismo, fe…, en definitiva «Amor donde no hay amor».
Muchos se preguntarán: ¿qué hace un sacerdote de Monzón en las estepas kazajas? ¿Podría describirnos brevemente su particular «historia de amor» con un pueblo tan distinto al suyo de origen y en el que lleva ya más de 13 años?
Aunque nunca tuve entre mis proyectos y deseos el irme a misiones, sí que tenía claro que el ministerio sacerdotal de un cura diocesano no se agota en los límites geográficos de la propia diócesis, sino que has de tener el corazón y la disponibilidad tan amplios como los horizontes de las necesidades de la Iglesia. Por eso la «historia de amor» arranca de los inicios de mi propia vocación, amándolos antes de conocerlos, deseando servirles antes de saber que un día estaría junto a ellos. Y una vez aquí fue hermoso descubrir las grandes cualidades humanas de estas gentes, su profundo sentido de respeto hacia lo sagrado. No dudo de que el hecho de haber vivido en un seminario internacional durante mi preparación al sacerdocio haya sido un buen «campo de entrenamiento» para estar acostumbrado a convivir con personas muy distintas a mi cultura y lengua. Por otro lado, esta capacidad de convivencia con gente diversa creo que está insertada, o al menos lo debería, en el alma de todo sacerdote, de todo pastor.
¿Qué nos puede decir de la Iglesia y del pueblo que ahora le toca guiar como pastor? ¿Se sienten bien integrados y reconocidos en el contexto de pluralismo religioso que se vive en el país?
Los católicos gozan en la actualidad de una libertad de culto con la que sólo se podía soñar décadas atrás. A nivel oficial la Iglesia católica es considerada una de las religiones «tradicionales» del país, junto con el islam y la iglesia ortodoxa rusa. Este hecho, teniendo en cuenta el pequeño número de creyentes católicos en comparación con el resto, no deja de ser un detalle de gran distinción.
La Iglesia católica afronta en estos tiempos un período de transformación. La imagen (incluso manifestada en las facciones de los rostros según las nacionalidades) de la Iglesia en épocas soviéticas y en los años noventa, está adquiriendo una mayor variedad. La mentalidad de la gente también cambia, así como la situación sociopolítica. Respecto a esto último, de cara al futuro siempre se generan interrogantes, debido a la constante corriente de emigración y a la incógnita acerca de la estabilidad de un sistema que de momento da buenos resultados, pero no sabes cuánto puede durar.
Usted será obispo de Almaty…
La diócesis de Almaty, al sur del país, es la zona donde los kazajos (mayoría de la población) suelen guardar con más afán sus tradiciones, entre ellas la religión islámica. Con todo, se nota la distinta mentalidad de la gente de Almaty (capital económica del país con dos millones de habitantes) del resto de las poblaciones. En Almaty se advierte un carácter más abierto, cosmopolita.
Como pastor de una Iglesia en minoría, ¿cuáles serán sus prioridades al frente de la diócesis de Almaty?
Ante todo, cuidar con más esmero del «pequeño rebaño» a mí encomendado. En primer lugar, del clero y las religiosas. La sal, aunque sea pequeña en comparación con el resto de la comida, ha de tener ese sabor especial que la convierte en imprescindible. La sociedad de Kazajistán necesita que esta pequeña «minoría» dé todo el sabor que es capaz de dar. La belleza de nuestra fe atrae por el testimonio gozoso de quienes la compartimos, y los no católicos están, consciente o inconscientemente, esperando la manifestación de una vida según el mensaje de Jesús de Nazaret, una vida que les haga salir de las cadenas que tan frecuentemente les atan a un callejón sin salida en el egoísmo, la venganza, la corrupción, la desesperanza, etc.
Y, evidentemente, la «niña de mis ojos» será la pastoral vocacional. Después de cinco años trabajando en el único seminario para el Asia Central, uno adquiere con más nitidez si cabe la urgente e imperiosa necesidad de que la Iglesia católica en Kazajistán tenga, como pastores, sacerdotes nacidos en estas mismas estepas. Lo mismo cabría decir respecto a las religiosas y otros modos de entrega a Dios en la vida laical.
La imagen de la estepa kazaja, tan inhóspita como gélida, ¿se corresponde con la realidad eclesial de un país fuertemente marcado por su herencia comunista?
Personalmente, contemplando la inmensidad de la estepa en los múltiples viajes que me toca hacer, lo que me impresiona es la serenidad que aporta al espíritu. Sus amplios horizontes invitan a expandir el alma, y la cercanía de la bóveda celeste, que parece que te envuelve, no deja de ser un recuerdo de lo cerca que el «cielo» está de la tierra. No obstante, el comunismo ha dejado ciertamente un sello profundo en el espíritu de estas gentes. En algunas cosas para bien… y en otras no tanto. De todos modos, la rápida evolución política, social y cultural que está viviendo este país desde la disolución de la Unión Soviética lo lleva a un «no se sabe dónde» por lo impredecible del futuro del país.
¿Cómo se vive la fe en Kazajistán?
La fe en Kazajistán… me imagino que se vive como en otros lugares: entre las persecuciones del mundo y los consuelos de Dios. Es una Iglesia en minoría y joven, que tiene que abrirse paso, y crecer, sin esos grandes apoyos «humanos» que son las tradiciones sociales, culturales o incluso familiares en las que la fe cristiana, o más estrictamente católica, se recibe, comparte y transmite de un modo casi connatural. Tal vez por eso Dios nos da una alegría y ayuda especial para disfrutar de nuestra fe; une fe, por otro lado, que, al carecer de esos recursos «sociales», se hace más sencilla, teniendo tal vez la oportunidad de acceder de un modo más directo a lo esencial, al encuentro personal con Él, sin quedarse en lo meramente tradicional, cultural o social, aunque evidentemente estos elementos también constituyen parte importante e irrenunciable de nuestra vivencia de la fe.
¿Cree usted que Asia constituye hoy un continente de gran esperanza para la Iglesia universal?
No sé si sería mejor decir que es precisamente la Iglesia quien se presenta como la garante de la auténtica esperanza para Asia. El continente asiático constituye hasta el momento un gran desafío para la evangelización; una evangelización que comportará, para estos pueblos que están viviendo un período de gran desarrollo (pensemos también en China, la India,…), la oportunidad de encontrarse con unos valores alternativos que les hagan descubrir la riqueza no sólo basada en el petróleo o el comercio, sino en el pleno desarrollo de cada persona humana a la luz del Evangelio. De momento, Asia está necesitada en gran parte por la ayuda de misioneros.
En un contexto como el suyo, con tanta presencia musulmana, así como ortodoxa, ¿cómo se plantean el reto de la evangelización?
Nosotros no jugamos «contra» nadie. Debemos procurar ante todo esforzarnos por adquirir en plenitud el gran tesoro escondido que tenemos en casa, es decir, desarrollar todos los «talentos» de nuestra fe. Lo demás, como dijo Jesús, vendrá por añadidura. La acción evangelizadora ha de ser la consecuencia de una sobreabundancia de esfuerzo personal, con la ayuda de la gracia de Dios, por vivir en plenitud nuestra vocación cristiana. Después, como gustaba repetir Juan Pablo II, la verdad se impone por sí misma.
Marchó en 1998 a Kazajistán por un período inicial de 3 años, pero parece que la cosa se va a alargar bastante más… ¿Qué le ha aportado esta tierra y esta experiencia a su propia vida de fe?
El sentido de mi vida es la vocación sacerdotal a la que Dios me llamó como sacerdote diocesano y en la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz; y el Señor ha querido que el sentido de mi vocación lo encuentre en estas tierras, entre estas gentes. Fácil es comprender, por tanto, que lo que me está aportando el vivir y servir en Kazajistán es precisamente el sentido de mi vida. ¿Verdad que no es poco? ¿Verdad que es para estar agradecido tanto a Dios como a este país?
 
Samuel Gutiérrez – Catalunya Cristiana 15-05-2011

El mes de Mayo

Arranca este mes de Mayo con un acontecimiento especialmente deseado por muchos católicos: la beatificación del querido Juan Pablo II. En Roma esperan una gran asistencia de fieles para este acontecimiento pero, aunque sean muchos millares los que el dia 1 se reúnan en la Plaza de San Pedro, habrá muchísimos mas, millones seguramente, en todo el mundo, de toda raza y condición que, no físicamente pero sí con todo el espíritu, estaremos presentes en el solemne momento en el que el Papa Benedicto declare Beato a su predecesor en la cátedra de Pedro.

Algunos sentimos una deuda especial con este Papa porque por sus manos recibimos la ordenación sacerdotal. Realmente emociona pensar que aquel que hace 25 años nos impuso las manos para hacernos sacerdotes de Jesucristo es ahora elevado a los altares…

Ciertamente desde el primer momento de su fallecimiento existía el convencimiento de que aquel Papa había sido santo; lo demostraba aquel grito que surgió espontáneamente de tantos corazones, pidiendo a quien correspondiera, que no se demoraran en el proceso: “Santo subito” oíamos gritar por las calles de Roma en aquellos días posteriores al muerte del Papa, es decir, Santo cuanto antes. El grito recordaba aquellas canonizaciones antiguas “por aclamación”, el las que el sentido cristiano del pueblo no necesitaba pruebas posteriores ni largos procedimientos.

La Iglesia es sabia y prudente, y hace todo con paciencia infinita, pero el Papa actual, que convivió tanto tiempo con Juan Pablo II, que le conoció tan a fondo, que había trabajado, hablado y rezado tantas veces junto a él, abreviando los famosos plazos previstos, nos quiere dar esta gran alegría en el comienzo del mes de María.

Que manera mas estupenda de empezar Mayo. Juan Pablo II eligió como lema del Pontificado aquel “Totus Tuus” que es una referencia a la Virgen y quiso que en su escudo pontifical estuviera presente María, simbolizada en aquella M sobre el fondo azul. Nos podemos encomendar a la intercesión del nuevo beato para que nos ayude a amar también mucho a Nuestra Señora y a refugiarnos en su poderosa intercesión para ser fieles a la misión que cada uno de nosotros hemos de desempeñar en el mundo.

Mn Francesc Perarnau

Mes de mayo, mes de María

Arranca este mes de Mayo con un acontecimiento especialmente deseado por muchos católicos: la beatificación del querido Juan Pablo II. En Roma se esperaba una gran asistencia de fieles para este acontecimiento pero, aunque sean muchos millares los que el dia 1 se reunieron en la Plaza de San Pedro, habrá muchísimos más, millones seguramente, en todo el mundo, de toda raza y condición que, no físicamente pero sí con todo el espíritu, estábamos presentes en el solemne momento en el que el Papa Benedicto declare Beato a su predecesor en la cátedra de Pedro.

Algunos sentimos una deuda especial con este Papa porque por sus manos recibimos la ordenación sacerdotal. Realmente emociona pensar que aquel que hace 25 años nos impuso las manos para hacernos sacerdotes de Jesucristo es ahora elevado a los altares…

Ciertamente desde el primer momento de su fallecimiento existía el convencimiento de que aquel Papa había sido santo; lo demostraba aquel grito que surgió espontáneamente de tantos corazones, pidiendo a quien correspondiera, que no se demoraran en el proceso: “Santo subito” oíamos gritar por las calles de Roma en aquellos días posteriores al muerte del Papa, es decir, Santo cuanto antes. El grito recordaba aquellas canonizaciones antiguas “por aclamación”, el las que el sentido cristiano del pueblo no necesitaba pruebas posteriores ni largos procedimientos.

La Iglesia es sabia y prudente, y hace todo con paciencia infinita, pero el Papa actual, que convivió tanto tiempo con Juan Pablo II, que le conoció tan a fondo, que había trabajado, hablado y rezado tantas veces junto a él, abreviando los famosos plazos previstos, nos quiere dar esta gran alegría en el comienzo del mes de María.

¡Que manera mas estupenda de empezar Mayo! Juan Pablo II eligió como lema del Pontificado aquel “Totus Tuus” que es una referencia a la Virgen y quiso que en su escudo pontifical estuviera presente María, simbolizada en aquella M sobre el fondo azul. Nos podemos encomendar a la intercesión del nuevo beato para que nos ayude a amar también mucho a Nuestra Señora y a refugiarnos en su poderosa intercesión para ser fieles a la misión que cada uno de nosotros hemos de desempeñar en el mundo.

Mn Francesc Perarnau

El Prelado del Opus Dei escribe sobre Juan Pablo II

Ante el evento de la próxima beatificación de SS Juan Pablo II, el próximo domingo 1 de mayo en Roma, el prelado del lOpus Dei, Javier Echevarria, hace unas reflexiones sobre su pontificado evangelizador, en un artículo que fue publicado el 24 de abril de este año en el diario ABC.

“ El caminar terreno de Juan Pablo II ha sido una copia ejemplar de ese Señor que acoge en su Corazón a todos los hombres y mujeres, derrochando amor y misericordia con cada uno, con un acento especial para los enfermos y desvalidos»

Desde hace años se escuchan testimonios de jóvenes y menos jóvenes, que se han sentido atraídos por Cristo gracias a las palabras, al ejemplo y a la cercanía de Juan Pablo II. Con la ayuda de Dios, unos han emprendido un camino de búsqueda de la santidad sin cambiar de estado, en la vida matrimonial o en el celibato; otros, en el sacerdocio o en la vida religiosa. Se cuentan por muchos millares, y a veces se les denomina “la generación de Juan Pablo II”.

      ¿Cuál fue el secreto de la eficacia evangelizadora de este extraordinario Pontífice? Es evidente que Karol Wojtyla fue un incansable defensor de la dignidad humana, un pastor solícito, un comunicador creíble de la verdad y un padre, tanto para creyentes como para no creyentes; pero el Papa que nos ha guiado en el paso del segundo al tercer milenio ha sido, ante todo, un hombre enamorado de Jesucristo e identificado con Él.

      «Para saber quién es Juan Pablo II hay que verlo rezar, sobre todo en la intimidad de su oratorio privado», escribió uno de los biógrafos de este santo Pontífice. Y así es, en efecto. Una de las últimas fotografías de su caminar terreno lo retrata en su capilla privada mientras sigue, a través de una pantalla de televisión, el rezo del Vía Crucis que tenía lugar en el Coliseo. Aquel Viernes Santo de 2005, Juan Pablo II no pudo presidir el acto con su presencia física, como en los años anteriores: ya no era capaz ni de hablar ni de caminar. Pero en esa imagen se aprecia la intensidad del momento que estaba viviendo. Aferrado a un gran crucifijo de madera, el Papa abraza a Jesús en la Cruz, aproxima a su corazón al Crucificado y lo besa. La imagen de Juan Pablo II, anciano y enfermo, unido a la Cruz, es un discurso tan elocuente como el de sus palabras vigorosas o el de sus extenuantes viajes.

      El nuevo beato ha llevado a cabo con generosidad heroica el mandato de Cristo a sus discípulos: «Id al mundo entero y predicad el Evangelio a toda criatura» (Mc 16, 15). Con su afán de llegar hasta el último rincón de África, de América, de Asia, de Europa y de Oceanía, Juan Pablo II no pensaba en sí mismo: le empujaba el deseo de gastar su vida en servicio de los demás, el ansia de mostrar la dignidad del ser humano —creado a imagen y semejanza de Dios y redimido por Cristo— y de transmitir el mensaje del Evangelio.

      En una ocasión, a última hora de la tarde, acompañé a monseñor Álvaro del Portillo —entonces prelado del Opus Dei— al apartamento pontificio. Mientras esperábamos la llegada del Papa, oímos unos pasos cansados, como de alguien que arrastra los pies, que se acercaban por un pasillo: era Juan Pablo II, muy fatigado. Monseñor del Portillo exclamó: «Santo Padre, ¡qué cansado está!». El Papa lo miró y, con voz amable, explicó: «Si a estas horas yo no estuviera cansado, sería señal de que no habría cumplido mi deber».

      El celo por las almas le movía a desplazarse hasta el último rincón de la tierra para llevar el mensaje de Cristo. ¿Hay alguien en el mundo que haya estrechado más manos en su vida, o haya cruzado su mirada con la de tantas personas? Ese esfuerzo, también humano, era otro modo de abrazarse y unirse al Crucificado.

      La universalidad del corazón de Juan Pablo II no sólo le conducía a una actividad que podríamos llamar exterior: también en su interior latía operativamente este espíritu, con el que hacía propias las ansias de todo el mundo. A diario, desde su capilla privada en el Vaticano, recorría el orbe. Por eso fue natural la respuesta que dio a un periodista, que quería saber cómo rezaba: la oración del Papa —respondió— es un «peregrinar por el mundo entero rezando con el pensamiento y con el corazón». En su oración —explicaba— emerge «la geografía de las comunidades, de las Iglesias, de las sociedades y también de los problemas que angustian al mundo contemporáneo»; y, de este modo, el Papa «expone ante Dios todas las alegrías y las esperanzas y, al mismo tiempo, las tristezas y preocupaciones que la Iglesia comparte con la humanidad contemporánea».

      Ese corazón universal y ese empuje misionero le llevaron a dialogar con personas de toda clase. Así se hizo patente durante el Jubileo del año 2000: quiso encontrarse con niños, jóvenes, adultos y ancianos; con deportistas, artistas, gobernantes, políticos, policías y militares; con trabajadores del campo, universitarios, presos y enfermos; con familias, personas del mundo del espectáculo, emigrantes e itinerantes…

      La misma biografía de Karol Wojtyla puede “leerse” como un continuo llevar el Evangelio a los más variados sectores de la sociedad humana: a las familias, a la escuela y a la fábrica, al teatro y a la literatura, a las ciudades de rascacielos y a las barriadas de chabolas. Su propia historia le condujo a percibir con claridad que es posible hacer presente a Cristo en todas las circunstancias, también en los momentos trágicos de la guerra mundial y de las dominaciones totalitarias que imperaron en su tierra natal. En los escenarios más diversos de la modernidad, Juan Pablo II fue portador de la luz de Jesucristo a la humanidad entera. Con su existencia nos enseña a descubrir a Dios en las circunstancias en que nos toca vivir.

      En uno de sus escritos, San Josemaría Escrivá de Balaguer contempla a Jesús en la Cruz como Sacerdote Eterno, que«abre sus brazos a la humanidad entera». Pienso que el caminar terreno de Juan Pablo II ha sido una copia ejemplar de ese Señor que acoge en su Corazón a todos los hombres y mujeres, derrochando amor y misericordia con cada uno, con un acento especial para los enfermos y desvalidos.

      La vida del cristiano no es otra cosa que tratar de configurarse con Cristo; y Juan Pablo II lo ha cumplido de modo sobresaliente: por su heroica correspondencia a la gracia, por su alegría de hijo de Dios, personas de toda raza y condición han visto brillar en él el rostro del Resucitado.

      La fotografía a la que me refería al inicio de estas reflexiones me parece una síntesis gráfica de la vida de Juan Pablo II: un Pontífice fatigado por el prolongado tiempo de servicio a las almas, que orienta la mirada del mundo hacia Jesús en la Cruz, para facilitar que cada uno y cada una encuentre allí respuestas a sus interrogantes más profundos. La vida del nuevo beato es, pues, un ejemplo de transparencia cristiana: hacer visible, a través de la propia vida, el rostro y los sentimientos misericordiosos de Jesús. Pienso que ésa es la razón y el secreto de su eficacia evangelizadora. Y estoy convencido —así se lo pido a Dios— de que su elevación a los altares provocará en el mundo y en la Iglesia una oleada de fe y de amor, de deseos de servicio a los demás, de agradecimiento a Nuestro Señor.

      El 1 de mayo de 2011, en la Plaza de San Pedro, bajo la mirada cariñosa de la Madre de la Iglesia, podremos unirnos a Benedicto XVI y decir una vez más: «Queremos expresar nuestra profunda gratitud al Señor por el don de Juan Pablo II y queremos también dar gracias a este Papa por todo lo que hizo y sufrió» (Audiencia general, 18 de mayo de 2005). A quienes le conocimos en vida, nos corresponde ahora el gustoso deber de darlo a conocer a las generaciones futuras.”

 Javier Echevarría, Prelado del Opus Dei

 Servicios Informativos Montalegre

Danos Señor sacerdotes santos

Santo Cura de Ars

En este Jueves Santo se celebró la misa In Coena Domini con toda la solemnidad de la fiesta. La concelebraron cinco presbíteros de Montalegre, presidida por el Rector, Mn. Francesc Perarnau, y como maestro de ceremonias, Mn Joan Juventeny. Toda la iglesia estaba llena, incluso una parte de las gradas. Colaboraron también fieles habituales en las lecturas, en la procesión hasta el Monumento, y al órgano. 

En la homilía el rector distinguió las tres cosas importantes del día: el Mandamiento de la Caridad, las instituciones de la Eucaristía y la del sacerdocio. En esta ocasión explicó ampliamente cómo aquellos apóstoles fueron capacitados por Jesucristo para impartir todos los medios de santidad. Se entiende que al pensarlo, después del transcurso de más de dos mil años, resulte impresionante, pues todos los días de todos los años y siglos desde entonces se ha ido repitiendo en todo el mundo el sacrificio de la misa. 

Siguió diciendo que el sacerdocio es un don y los sacerdotes son un instrumento de Dios, pues el pueblo ha ser cuidado, guiado y protegido. Para que sea posible el sacerdote también ha de ocuparse de ser santo, si es así, los frutos de su santidad serán enormes: un hombre santo tiene un gran influjo en la Iglesia, como el Santo Cura de Ars. Pero la santidad de los sacerdotes no solo depende de ellos, depende del pueblo cristiano, es decir, depende de la oración de todos. Y como Santa Teresa, podemos decir “Danos Señor sacerdotes santos”. 

Isabel Hernández Esteban

Nos vamos a Tierra Santa!

Mn. Quemada i SS Benet XVI

En la cuarta semana de Pascua, un numeroso grupo de peregrinos de Montalegre inicia su primera peregrinación a Tierra Santa. Si Dios quiere, volaremos en Israel el próximo 17 de mayo y volveremos el día 24. Por este motivo hemos querido hablar ampliamente con el Mn. Santiago Quemada* que vive en Jerusalén desde el año 2006, y gracias a su amabilidad y la red telemática hemos podido tener una conversación muy interesante a medianos de este mes de abril, la publicamos literalmente: 

Mn. Santiago Quemada, nos place entrevistarle pues nos sentimos entusiasmados con nuestra peregrinación a Tierra Santa. La mayoría de nosotros vamos por primera vez y usted que hace tantos años que vive en la misma capital de la cristiandad queremos que nos transporte con sus palabras a la Tierra de Jesucristo. 

Tenemos un plan de viaje básico empezando por Galilea y acabando en Jerusalén, ¿Qué no debemos dejar de visitar?

Los lugares santos fundamentales se encuentran en Galilea y Jerusalén. Se entiende que al estar en Galilea visitaréis la Basílica de la Anunciación en Nazaret, y el monte Tabor, que se encuentra cerca de esta población. Los lugares más importantes para visitar alrededor del lago de Tiberiades son: el monte de las bienaventuranzas, Tabga o multiplicación de los panes y de los peces, el lugar del primado de Pedro y Cafarnaum. En Jerusalén diría que de los muchos sitios que se pueden visitar los imprescindibles son: la Basílica del Santo Sepulcro, la via dolorosa y el lugar de la flagelación, Getsemaní y el Cenáculo.

 ¿De qué nos vamos a sorprender?

Eso depende de cada uno. Creo que impresionan mucho los lugares que permanecen como los vio el Señor cuando pasó por esta tierra: me refiero sobre todo al mar de Galilea, la vista desde el lugar de las bienaventuranzas, el monte Tabor. En Jerusalén sobre todo el huerto de los olivos y el valle del Cedrón. 

¿Qué nos puede decepcionar?

Quizá de la falta de cuidado material de algunos lugares santos. Y también al comprobar en ocasiones el poco recogimiento –ruido, voces- en personas que los visitan. Hay peregrinos, pero también mucho turista de distintos países que no sabe bien donde está. 

¿Qué veremos en nuestro corazón, qué sentiremos?

Lo importante es no quedarse en lo externo sino interiorizar. Por eso ayuda tanto leer el Evangelio en los lugares Santos para poder imaginarse lo que allí sucedió y contemplar la escena y a Jesucristo en ese momento concreto. Si cada uno busca con sinceridad en su corazón podrá ver la voluntad de Dios. 

Cómo hemos de ir predispuestos?

Lo importante es ir a esos sitios con la disposición de hacer oración, y de ir a tener un encuentro personal con el Señor. Por eso siempre recomiendo una buena confesión antes de salir. Así el alma está bien limpia y preparada para vivir esos momentos con el Señor en su tierra.

¿Es tan emocionante como dicen casi todos los católicos cuando regresan?

Hay que tener en cuenta que hay mucha gracia de Dios en estos sitios. Son los lugares donde ha vivido el Señor y donde ha dado su vida por nosotros. Lugares especialmente emocionantes son el Calvario, Getsemaní y la Tumba del Señor. A veces al visitar tantos sitios impresionantes y con cierta prisa, no da tiempo a asimilar bien todo. Esa labor se va haciendo posteriormente poco a poco, al volver a casa.  Desde el momento en que se ha visitado Tierra Santa ya no se lee el Evangelio de la misma manera. Cuando lo lees te sitúas mucho más, lo ves con otros ojos, con una claridad y nitidez nuevas. 

¿Cómo se vive el respeto interreligioso?

Depende de las religiones. Entre los cristianos hay respeto mutuo. Con judíos y musulmanes a veces hay falta de entendimiento Creo que a todos les debe llamar positivamente la atención cómo tratan de bien los franciscanos a todos los que se acercan a los lugares Santos custodiados por ellos. 

Mn. Quemada y detrás el Monte Tabor

 Hemos leído que hay iglesias relativamente recientes, del siglo pasado, ¿qué ocurrió en el siglo XX para que se produjera la reconstrucción de templos católicos?
Hubo un empeño, sobre todo por parte de los franciscanos, para reconstruir y mejorar los lugares Santos. Consiguieron personas y países que ayudaron económicamente, y el resultado fueron iglesias preciosas, como la Basílica de la Anunciación o la de Getsemaní. También descubrieron lugares importantes que estaban ocultos como es el caso de Cafarnaum. 

 

El tema de la seguridad, en relación a los muchos conflictos que en el mundo árabe se han producido en los últimos meses, ha producido impacto, incluso miedo, ¿los peregrinos podemos sentirnos tranquilos?

Efectivamente hay preocupación por parte de los peregrinos antes de venir. Es lógico por las noticias que llegan. Pero al estar aquí se puede comprobar que no hay motivos para alarmarse, pues la seguridad en Tierra Santa es grande.

 Hay muchas ciudades en el mundo como Nueva York o Londres donde las cámaras de seguridad son familiares y muchos hombres armados hasta los dientes protegen muchos lugares, ¿qué veremos en ese sentido en Tierra Santa?

En Tierra Santa se ven muchos militares, normalmente gente joven. Están haciendo el ejército que dura 3 años –las mujeres 2 años-, y se trasladan de un lado para otro con su arma. También se ve mucha policía patrullando. En ese sentido, yo diría que eso favorece a la seguridad. 

En el Calvario

Hemos leído en su blog * que el Opus Dei también está en Jerusalén ¿cómo ha entendido un israelí que la santidad es un camino que se puede realizar en la vida ordinaria?

La verdad es que a los israelíes cuando les explicamos la espiritualidad del Opus Dei les parece muy interesante. Tienen tradición de trabajar mucho y bien. Y el espíritu del Opus Dei es santificarse realizando el trabajo de la mejor forma posible, y ofrecido a Dios. Eso les atrae, les parece sugestivo. Aunque sobre todo me estoy refiriendo a los judíos ortodoxos, o a los que no creen. Con los ultra ortodoxos de aquí no hay mucho diálogo. A los que no creen les llama la atención que personas laicas, como ellos, puedan hablar con Dios y ofrecerle las cosas más normales. Esas personas a menudo piensan que o se es ultra ortodoxo, y por tanto se viven todos los preceptos de la Torá, o no se es creyente. 

La película “Encontrarás Dragones” de Rolan Joffé que relata episodios de la vida San Josemaria Escrivá, en España ya es hoy la segunda película española más vista desde el día de su estreno el pasado 25 de marzo, y próximamente se estrena en Estados Unidos  ¿ha sido ya estrenada en Jerusalén? ¿le ha llegado algún eco al respecto?

Todavía no se ha estrenado en Jerusalén. Estamos ilusionados con el hecho de que se pueda llegar a estrenar aquí, para que muchos judíos y árabes conozcan a san Josemaría y oigan hablar del Opus Dei. Pienso que depende mucho del éxito que llegue a tener en Estados Unidos. Además, en la película sale una escena de san Josemaría con un judío que ayudaría y gustaría a muchos hebreos.

 Por último, me da la sensación que con ir una vez, la sed de ir a Tierra Santa no se sacia, ¿es cierto esto?

Todos los que vienen desean volver. Sobre todo al venir la primera vez te sueles quedar con la sensación de que te hubiera gustado estar y rezar en los lugares Santos con más calma. De hecho hay mucha gente que vuelve, una vez ha visto todo en su primer viaje, con la idea de estar en menos sitios pero más tiempo. 

* http://unsacerdoteentierrasanta.blogspot.com/

 Isabel Hernández Esteban

Horario Oficios

Jueves Santo, 21 de abril, 17.00 h Missa in Coena Domini

Viernes Santo, 22 de abril, 12.00 h Via Crucis, y 17.00 h Celebración de la Pasión del Señor

Sábado Santo, 23 de abril, 20.00 h Vigilia Pascual

Domingo de Pascua: misas de 12, 13, 18 y 19. (No habrá misa de 11)

 

JP2 by B16: Juan Pablo II, en el recuerdo de su amigo Joseph Ratzinger-Benedicto XVI

Juan Pablo II y Joseph Ratzinger

 Quien fuera la mano derecha de Juan Pablo II desde 1981 hasta el mismo día de su muerte, será el encaragado de elevarlo a los altares el próximo día 1 de mayo. Benedicto XVI conoce bien al futuro beato. Cuando era sólo cardenal decía: “fui inicialmente atraído por la directa y abierta sencillez humana y la calidez que emanaba”. Ante Juan Pablo II, “uno se sentía ante un hombre de Dios” (Seewald, Peter, Una vida para la Iglesia, Madrid 2007, Palabra, página 96).

En sus intervenciones, Benedicto XVI lo ha definido con palabras como fidelidad, entrega, firmeza o caridad. Ha explicado cómo fue valiente, con una fe sencilla, y cómo se enfrentó al mal en el mundo y cómo abrazó la cruz. Destaca su prodigalidad, su amor a la Virgen y su faceta mística. Ha analizado los momentos más importantes de su biografía, como su sacerdocio, su ordenación episcopal o su llegada a la cátedra de Pedro. He aquí una selección de textos de Joseph Ratzinger-Benedicto XVI sobre Juan Pablo II, que pueden acercar una personalidad cuya actividad tuvo un alcance arrollador.

– La caridad

– La fe sencilla

 El amor a Cristo

– El amor a la Virgen María

– La sensibilidad espiritual y mística

– La fidelidad y la entrega

– La cruz

– La firmeza

 La fortaleza

 La valentía

– La prodigalidad

 Su respuesta al mal

– El sacerdocio

– La llamada a ser obispo

– La llamada a ser Papa

– Su Paternidad Espiritual

– Un papa alemán tras un papa polaco: ¿providencial?

Marc Argemí


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