Papel de la mujer en la edificación de la Iglesia

Por Temes d’avui

 

A raíz de una entrevista concedida por el Arzobispo de Tarragona Mons. Jaume Pujol a un canal de Televisión, muchos medios de comunicación se han hecho eco de sus palabras, muchas veces de una forma parcial y confusa. En realidad dijo lo que la Iglesia lleva veinte siglos recordando, pero es posible que a alguien le interesara la polémica. Han pasado veinte días y quizá es el momento de recordar, de una forma serena y pausada, la visión que los pastores tienen sobre el papel de la mujer en la edificación de la Iglesia. La Iglesia, que siempre ha defendido los derechos de la mujer se ha encontrado, en su posible acceso al sacerdocio,  una cuestión nada fácil de explicar a una sociedad muy sensible en la protección de estos derechos. Dejemos que Juan Pablo II, Beatificado el 1 de mayo de 2011, uno de los grandes pensadores del siglo XX, nos aporte un poco de luz. Lo hacemos transcribiendo unas palabras de suyas del año 1995.
“Ahora quisiera tratar el tema, aún más amplio, del papel que la mujer está llamada a desempeñar en la edificación de la Iglesia. El Concilio Vaticano II ha recogido plenamente la lógica del Evangelio, en los capítulos II y III de la Constitución dogmática Lumen gentium, presentando a la Iglesia en primer lugar como Pueblo de Dios y después como estructura jerárquica. La Iglesia es sobre todo Pueblo de Dios, ya que quienes la forman, hombres y mujeres, participan —cada uno a su manera— de la misión profética, sacerdotal y real de Cristo. Mientras invito a releer estos textos conciliares, me limitaré aquí a algunas breves reflexiones partiendo del Evangelio.
En el momento de la ascensión a los cielos, Cristo manda a los Apóstoles: «Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación» (Mc 16, 15). Predicar el Evangelio es realizar la misión profética, que en la Iglesia tiene diversas modalidades según el carisma dado a cada uno (cf. Ef 4, 11-13). En aquella circunstancia, tratándose de los Apóstoles y de su peculiar misión, este mandato es confiado a unos hombres; pero, si leemos atentamente los relatos evangélicos y especialmente el de Juan, llama la atención el hecho de que la misión profética, considerada en toda su amplitud, es concedida a hombres y mujeres. Baste recordar, por ejemplo, la Samaritana y su diálogo con Cristo junto al pozo de Jacob en Sicar (cf. Jn 4, 1-42): es a ella, samaritana y además pecadora, a quien Jesús revela la profundidad del verdadero culto a Dios, al cual no interesa el lugar sino la actitud de adoración «en espíritu y verdad».
Y ¿qué decir de las hermanas de Lázaro, María y Marta? Los Sinópticos, a propósito de la «contemplativa» María, destacan la primacía que Jesús da a la contemplación sobre la acción (cf. Lc 10, 42). Más importante aún es lo que escribe San Juan en el contexto de la resurrección de Lázaro, su hermano. En este caso es a Marta, la más «activa» de las dos, a quien Jesús revela los misterios profundos de su misión: «Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá, y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás» (Jn 11, 25-26). En estas palabras dirigidas a una mujer está contenido el misterio pascual.
Pero sigamos con el relato evangélico y entremos en la narración de la Pasión. ¿No es quizás un dato incontestable que fueron precisamente las mujeres quienes estuvieron más cercanas a Jesús en el camino de la cruz y en la hora de la muerte? Un hombre, Simón de Cirene, es obligado a llevar la cruz (cf. Mt 27, 32); en cambio, numerosas mujeres de Jerusalén le demuestran espontáneamente compasión a lo largo del «vía crucis» (cf. Lc 23, 27). La figura de la Verónica, aunque no sea bíblica, expresa bien los sentimientos de la mujer en la vía dolorosa.
Al pie de la cruz está únicamente un Apóstol, Juan de Zebedeo, y sin embargo hay varias mujeres (cf. Mt 27, 55-56): la Madre de Cristo, que según la tradición lo había acompañado en el camino hacia el Calvario; Salomé, la madre de los hijos del Zebedeo, Juan y Santiago; María, madre de Santiago el Menor y de José; y María Magdalena. Todas ellas son testigos valientes de la agonía de Jesús; todas están presentes en el momento de la unción y de la deposición de su cuerpo en el sepulcro. Después de la sepultura, al llegar el final del día anterior al sábado, se marchan pero con el propósito de volver apenas les sea permitido. Y serán las primeras en llegar temprano al sepulcro, el día después de la fiesta. Serán los primeros testigos de la tumba vacía y las que informarán de todo a los Apóstoles (cf. Jn 20, 1-2). María Magdalena, que permaneció llorando junto al sepulcro, es la primera en encontrar al Resucitado, el cual la envía a los Apóstoles como primera anunciadora de su resurrección (cf. Jn 20, 11-18). Con razón, pues, la tradición oriental pone a la Magdalena casi a la par de los Apóstoles, ya que fue la primera en anunciar la verdad de la resurrección, seguida después por los Apóstoles y los demás discípulos de Cristo.
De este modo las mujeres, junto con los hombres, participan también en la misión profética de Cristo. Y lo mismo puede decirse sobre su participación en la misión sacerdotal y real. El sacerdocio universal de los fieles y la dignidad real se conceden a los hombres y a las mujeres. A este respecto ilustra mucho una atenta lectura de unos fragmentos de la Primera Carta de San Pedro (2, 9-10) y de la Constitución conciliar Lumen gentium (nn. 10-12; 34-36).
En ésta última, al capítulo sobre el Pueblo de Dios sigue el de la estructura jerárquica de la Iglesia. En él se habla del sacerdocio ministerial, al que por voluntad de Cristo se admite únicamente a los hombres. Hoy, en algunos ambientes, el hecho de que la mujer no pueda ser ordenada sacerdote se interpreta como una forma de discriminación. Pero, ¿es realmente así?
Ciertamente la cuestión podría plantearse en estos términos, si el sacerdocio jerárquico conllevara una situación social de privilegio, caracterizada por el ejercicio del «poder». Pero no es así: el sacerdocio ministerial, en el plan de Cristo, no es expresión de dominio sino de servicio. Quien lo interpretase como «dominio», se alejaría realmente de la intención de Cristo, que en el Cenáculo inició la Última Cena lavando los pies a los Apóstoles. De este modo puso fuertemente de relieve el carácter «ministerial» del sacerdocio instituido aquella misma tarde. «Tampoco el Hijo del hombre ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos» (Mc 10, 45).
Sí, el sacerdocio que hoy recordamos con tanta veneración como nuestra herencia especial, queridos hermanos, es un sacerdocio ministerial. Servimos al Pueblo de Dios. Servimos su misión. Nuestro sacerdocio debe garantizar la participación de todos —hombres y mujeres— en la triple misión profética, sacerdotal y real de Cristo. Y no sólo el sacramento del Orden es ministerial: ministerial es, ante todo, la misma Eucaristía. Al afirmar: «Esto es mi cuerpo que es entregado por vosotros (…) Ésta es la copa de la Nueva Alianza en mi sangre, que es derramada por vosotros» (Lc 22, 19-20), Cristo manifiesta su servicio más sublime: el servicio de la redención, en la cual el Unigénito y Eterno Hijo de Dios se convierte en Siervo del hombre en su sentido más pleno y profundo.
Al lado de Cristo-Siervo no podemos olvidar a Aquella que es «la Sierva», María. San Lucas nos relata que, en el momento decisivo de la Anunciación, la Virgen pronunció su «fiat» diciendo: «He aquí la esclava del Señor» (Lc 1, 38). La relación del sacerdote con la mujer como madre y hermana se enriquece, gracias a la tradición mariana, con otro aspecto: el del servicio e imitación de María sierva. Si el sacerdocio es ministerial por naturaleza, es preciso vivirlo en unión con la Madre, que es la sierva del Señor. Entonces, nuestro sacerdocio será custodiado en sus manos, más aún, en su corazón, y podremos abrirlo a todos. Será así fecundo y salvífico, en todos sus aspectos”.

Vaticano, 25 de marzo, solemnidad de la Anunciación del Señor, del año 1995.

Joannes Paulus PP. II

Católicos en España: radiografía del último barómetro del CIS

Por Isidor Ramos

Periódicamente el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) publica sus barómetros en los que refleja estadísticamente la opinión de los españoles en diversos temas. A finales de enero de 2012 se dio a conocer el último barómetro en el que, entre otras cuestiones, se pregunta a los encuestados cómo se definen en materia religiosa. Un 72% de los españoles mayores de 18 años se definen como católicos. ¿Qué ha pasado en los últimos 10 años?

Hemos revisado los datos de otro barómetro de hace 10 años (diciembre de 2002) y comparándolos con los actuales podemos hacer algunas consideraciones:

· La población española según los respectivos censos ha aumentado en estos 10 años en un total de 6,343 mll de habitantes. Ha pasado de 40.847.000 a 47.190.000 según el último padrón municipal (2011). Un 15,5% más.

· La encuesta del CIS excluye a los menores de 18 años. Este segmento de población sólo ha aumentado en 955.000 personas, pasando de 7,844 mll. a 8,799 mll. Un 12,2% más.

· Los que se definen como católicos han pasado de un 80,3% en 2002 a un 72% en 2012; entre las otras opciones destaca el incremento en un 3,9% de no creyentes (pasan de un 10,6% a un 14,5% en 2012) y el incremento de un 3,6% de los que se declaran ateos (pasando de un 5,2% en 2002 a un 8,8% en la actualidad). Este grupo de personas que se declaran en materia religiosa como creyentes en otras religiones, no creyentes o ateos ha pasado de un 19,7% de la población española mayor de 18 años en 2002 a un 28% en 2012.

 

· Entre los que se declaran católicos, el barómetro del CIS distingue según la frecuencia con que van a misa u otros oficios religiosas, sin contar las ocasiones relacionadas con ceremonias de tipo social (bodas, comuniones o funerales)

— Los que no van casi nunca: crecen en un 7,5%; pasan de un 48,6% a un 56,1% en la actualidad.

— Los que van varias veces al año bajan ligeramente: 1,7%; de un 17,4% a un 18,7%.

— Los que van alguna vez al mes bajan un 2%, pasan del 11,1% al 9,1%.

— Los que van todos los domingos y festivos bajan un 3,1%, pasan de un 18,1 a un 15%.

— Los que van varias veces a la semana suben un 0,3% pasando de un 2,4% a un 2,7%.

Los españoles que se reconocen como católicos pasan de un 80,3% a un 72% en la actualidad. Esto es cambio notable en una sociedad muy homogénea hasta hace diez años.

Pero no todo lo explica la estadística. Curiosamente el brutal incremento de población inmigrante durante estos últimos diez años prácticamente no altera el porcentaje, por ejemplo, de creyentes de otras religiones que sólo aumenta un escaso 0,9% cuando los extranjeros han pasado de 1,370 mll en el censo de 2001 a los 5,751 mll en el censo actual de 2011.

En 2012 tenemos una sociedad más diversa, pero no queda claro si es menos practicante. Quizá ese porcentaje creciente de católicos desmovilizados corresponde a inmigrantes… la estadística no resuelve todos los interrogantes.

 

Una base para la Nueva Evangelización

Estos datos ponen de manifiesto algunas cosas positivas:

· Casi tres cuartas partes de los mayores de edad se declaran católicos.

· Casi un 25% de ellos cumple irregularmente con la asistencia a la misa (alguna asistencia anual o mensual). Irregulares pero con una cierta conexión.

· Un 15%, es decir 3,316mll. de personas mayores de edad, acuden cada domingo a Misa y además 750.000 (un 2,7%) lo hacen varias veces por semana.

Las cifras del último barómetro pueden resultar decepcionantes para algunos, pero atendiendo a la llamada a una Nueva Evangelización de Benedicto XVI, tenemos una buena base. El reto está en formar a esos 4 millones de adultos que acuden regularmente. Y esos 4 millones ya están “dentro” y han de ser los primeros apóstoles, con su ejemplo y palabra, para remover a sus familiares, amigos y colegas de profesión. ¿Quién tiene una “mayor fuerza de ventas” que la Iglesia, a pesar de todos los pesares?

Luego están esos casi 7 millones de practicantes esporádicos. Algo habrá que hacer para afianzar su fe; son poco regulares pero algo conocen y buenos deseos tienen, sino no acudirían de vez en cuando a misa.

Por cierto, en estos datos estadísticos no están incluidos los jóvenes. Los menores de 18 años son 7,844 mll en 2012. ¿Cuántos se forman en centros de enseñanza católicos, frecuentan parroquias y movimientos católicos de todo tipo? Sin duda varios millones. De sus educadores, padres, sacerdotes, formadores y católicos coherentes de su entorno inmediato depende que maduren en su fe o que ésta languidezca y pasen a engrosar los apartados de los que casi nunca acuden a misa o de los que se declaran no creyentes.

Los números no lo son todo, pero pueden ayudar a comprender que cuidar, formar y dar razones para la fe puede ser la primera tarea de la nueva evangelización a la que llama constantemente el Papa actual. Cuidando y formando a los que ya están dentro de la Iglesia, haciendo conscientes a todos de su responsabilidad evangelizadora por bautizados, sin duda así se incrementará el número de los convidados a la mesa del Señor.

Juan Pablo II en su carta apostólica Novo millennio ineunte recordaba algunos aspectos esenciales para cualquier católico que aspira a la santidad y para cualquier plan pastoral comprometido con facilitarla. Esas prioridades pastorales maduradas con “la experiencia misma del Gran Jubileo” del año 2000 Juan Pablo II las resumió en: promover la santidad, la “vocación universal a la santidad” recordada por la Lumen Gentium y que el Papa llamó a redescubrir; la práctica de la oración; la Eucaristía dominical; hacer descubrir la misericordia de Dios proponiendo la práctica del sacramento de la Reconciliación; dar primacía a la gracia en toda acción apostólica y pastoral y no fiarlo todo a “nuestra capacidad de hacer y programar”; la lectura atenta de la Biblia; y la acción misionera de todos los cristianos, sin delegarla en “unos pocos especialistas”.

Isidor Ramos
periodista

¿Un papa posmoderno? El pensamiento de Benedicto XVI

Por Pablo Blanco Sarto

Se ha dicho que es este un pontificado «a tiempo parcial», por su interés por las ideas. Para Benedicto XVI sin embargo no hay nada más práctico que una buena teoría. Cuando le dijeron que una imagen vale más que mil palabras, respondió: «y una idea más que cien mil imágenes». Resumiremos en siete puntos las palabras-clave en torno a las que gira su ministerio como obispo de Roma: razón, corazón, (ad)oración, creación, Jesucristo, la Iglesia y la belleza. En estos conceptos se resumen un pensamiento que nos parece ofrecer una respuesta adecuada a los retos planteados por la posmodernidad. Es un «papa para la posmodernidad», y no solo «papa de la razón».

 

1. RAZÓN. Benedicto XVI es llamado “el papa de la razón”, por su decidida defensa en un mundo algo alérgico a ella. El papa-profesor ha hablado innumerables ocasiones sobre este tema central y decisivo en la sociedad actual. Ha propuesto una “nueva Ilustración” con una nueva razón. Era este el tema expuesto en Ratisbona (y no el islam, tal como algunos entendieron): la necesidad de una razón abierta, “ampliada” al mundo del arte, de la ética, de la religión e incluso de los sentimientos. Esta nueva razón será –como afirmó Walter Kasper– más posmoderna que premoderna.

La fe es también profundamente racional para el papa alemán, ha repetido en numerosas ocasiones. Por eso cabe el diálogo entre ciencia y fe, entre fe y razón. Ya un año antes de ser elegido papa, había acordado con Jürgen Habermas que razón y religión podían curarse recíprocamente de sus respectivas “patologías”. La razón impide –decíamos– que la religión caiga en el fanatismo y el fundamentalismo; la religión evita que una razón puramente técnica produzca atropellos. «Los sueños de la razón producen monstruos», dibujó Goya, como los modernos sueños de la razón moderna de Auschwitz, Hirosima o Chernobyl, subproductos residuales de una razón puramente técnica. Por eso el filósofo alemán llamó a Ratzinger «amigo de la razón».

2. CORAZÓN: el amor lógicamente es lo primero. La primera encíclica se tituló precisamente Dios es amor, y en ella nos explicó cómo que se usa y abusa de este sagrado término. El eros ha de ser purificado para convertirse en verdadero amor humano y cristiano. Es decir, en agape.Pero también al mismo tiempo –se añadía allí– la caridad ha de incluir el afecto, el cariño, el amor humano. “Dios es cariño”, tradujo un santo del siglo XX la famosa frase de san Juan que da título a la encíclica programática de Benedicto XVI. Eros agape presentan también así esta mutua complementariedad y circularidad. Recogiendo la crítica de Nietzsche al afirmar que el cristianismo quitaba la alegría de vivir y del amor, el papa alemán hablaba de esa complementariedad entre amor humano y amor divino.

Pero este eros ha de ser purificado, recordaba, a la vez que la caridad necesita también del afecto humano. Esta purificación supondría una auténtica “revolución del amor”, que evitaría caer en los extremos del hedonismo y del espiritualismo. Por otra parte viene a recordarnos que el amor es posible, porque Dios nos ama primero. Es esta también una afirmación revolucionaria en un mundo algo desengañado y desamorado después de tanto experimento. El amor es posible si Dios ama y nos ama, nosotros podemos amar con ese amor “prestado” por el mismo Dios. Tal revolución es posible precisamente porque Dios es amor. Nos ha creado y redimido por amor; nos da un amor que es el suyo. Podemos amar con el mismo corazón de Jesucristo, que dio su vida por todos. Por eso podemos amar. Existe por tanto una continuidad –termina diciendo– entre el amor, la caridad y la santidad, pues esta no sería otra cosa que el amor pleno, el amor total.

 

3. CREACIÓN. Muchos han hablado de las «raíces verdes» de la última encíclica social de Benedicto XVI. En la encíclica social Caritas in veritate ha conseguido conjugar no solo la crisis económica con la imprescindible ética de los negocios, sino también con la ética sexual y la defensa de la vida, la bioética y el respeto al medio ambiente. Juan Pablo II era aplaudido cuando hablaba de cuestiones sociales, y abucheado (no lo olvidemos) cuando hablaba de las morales. Benedicto XVI, con esta visión integradora, pretende presentar unidas todas las facetas de la existencia humana. Por eso es una encíclica global.

Sus alusiones a la ecología y al medio ambiente resultan continuas, y no meramente oportunistas. Tiene su misterio. Para el Ratzinger teólogo la creación constituía un dogma olvidado, del que apenas se hablaba. Deberíamos volver “al principio” (cf. Gn 1,1; Jn 1,1) para deshacer los entuertos infligidos al planeta. Propugna así el papa alemán un ecologismo cristiano, interior y exterior, con unas profundas raíces cristianas en el momento de la creación. Esta creencia en el Creador no es sin embargo una exclusiva cristiana, pues también judíos, musulmanes y otras religiones confiesan este origen divino. Tal afirmación tiene que ver también con su insistencia en la conciencia y en la ley natural, y puede ser un punto de encuentro y de mutuo entendimiento entre personas de diferentes religiones, e incluso con ateos y agnósticos. La corrupción interior produce contaminación exterior, y al revés: la limpieza interna promueve un respeto externo, con los demás y el medio ambiente.

 

4. (AD)ORACIÓN. Sabe que es el verdadero motor de la Iglesia y de la vida cristiana. Frente al activismo cortoplacista, el papa alemán sabe esperar, pensar y rezar. Pero sobre todo rezar. El activismo es para Ratzinger “la gran bestia negra”: el actuar en la Iglesia actual sin pensar ni rezar. Para él el culto y la oración son también fuentes de la verdad y del ethos cristiano. La mayor parte de los problemas que pudiera tener la Iglesia hoy proceden de la falta de unión a Jesucristo, presente en el Pan y en la Palabra. Es algo de lo que ya habló Juan Pablo II con motivo de los primeros casos de los escándalos de pederastia entre miembros del clero en los Estados Unidos. «Esto nos pasa por descuidar la eucaristía», dijo entonces Juan Pablo II. No era una evasiva.

Aquello ocurrió, en última instancia y con todas sus consecuencias, por haber descuidado el centro de la vida cristiana. La liturgia ha sido uno de los puntos centrales de la teología de Ratzinger, y por ella ha profesado un especial interés desde su infancia. La razón y la liturgia –afirmaba– le metieron en el mundo de Dios; es más, fueron su refugio y su defensa ante la amenaza nacionalsocialista. En su pensamiento, la liturgia ocupa ese lugar central que le corresponde en la Iglesia. La categoría de la “adoración” no es sin más un reducto piadoso, sino un verdadero lugar teológico de donde surgen continuas inspiraciones para la teología y el pensamiento en general. Y después de rezar, trabajar.

5. JESUCRISTO al centro. Es esta una afirmación incontrovertible. A pesar de las múltiples ocupaciones en su ministerio, Benedicto XVI no ha renunciado al proyecto personal de escribir suJesús de Nazaret, que terminó en 2011. Constituye este libro una actividad central como sucesor de Pedro: hablar de Jesucristo. Y hablar de él como Dios y hombre, como el Cristo de la fe y el Jesús de la historia. No es un profeta ni un avatar más de la divinidad, sino el Hijo de Dios hecho hombre. Solo él salva. Esto fue también recordado por Juan Pablo II en el Jubileo del año 2000: junto a la petición de perdón por los pecados de los cristianos, recordó que “Jesús es el Señor”, el Salvador, el único Mediador.

Recordar la centralidad salvífica de Jesucristo no es una ocupación más, sino la misión principal de la Iglesia. El relativismo religioso propone a Jesucristo como un varón egregio, un pacifista o un revolucionario, o bien una persona eminente que toma conciencia de una presunta divinidad. Se cree Dios, y por eso piensa que puede salvar. Otros tantos podrían hacerlo también. Sin embargo, los cristianos han creído y defendido siempre que toda salvación viene de Dios en Jesucristo. Un budista, un musulmán o un animista pueden salvarse, pero siempre en Jesucristo. No en Buda, Mahoma o el Gran Manitú. Solo Jesucristo es el Hijo de Dios, el mismo Dios, como recuerdan de modo constante los evangelios.

 

6. IGLESIA. Frente al conocido lema “Cristo sí, Iglesia no”, el papa Ratzinger quiere recordar que la Iglesia es el cuerpo y la esposa de Cristo. La Iglesia está inseparablemente unida a la persona de Jesucristo. Por eso la Iglesia debería hablar más de él y menos de sí misma y de asuntos clericales. Más santidad y menos burocracia, es la fórmula de Ratzinger para destacar la unidad entre Jesucristo y su Iglesia. De hecho, esta continúa la misión de aquel. Jesucristo mismo se sirvió de su mediación y, por tanto, de los apóstoles, obispos y demás ministros que siguen esta misma línea de continuidad. La apostolicidad de la Iglesia es una de sus notas fundamentales, nos recuerda una y otra vez el papa-teólogo. De manera que hay una continuidad entre Jesucristo, la Iglesia de los apóstoles y la Iglesia actual. Esto nos ofrecerá una clave para el diálogo ecuménico, que consistirá en profundizar en nuestras raíces comunes.

Benedicto XVI está convencido de que la misión de la Iglesia consiste en anunciar a Cristo y en crecer en comunión y cohesión dentro de ella. Así se podrá llevar adelante ese proyecto ecuménico de crecer en unidad en la única Iglesia de Cristo, que desearon intensamente también los papas anteriores. El papa alemán piensa que se debe caminar con pasos lentos pero seguros, como en la ascensión a una montaña. De momento, los resultados le acompañan: con los ortodoxos se ha reemprendido el diálogo ecuménico, y ya son tres las reuniones (Rávena, Chipre, Viena) que han tenido lugar sobre el principal tema que nos separa: el modo de ejercer el primado de Pedro. Mientras tanto, se busca una estrecha colaboración en cuestiones éticas –sobre todo bioéticas– y en la doctrina social.

 

7. BELLEZA. Ratzinger ha sido siempre un enamorado de la belleza. Desde su temprana afición a la música, especialmente de la de Mozart, la dimensión estética forma parte de su pensamiento y de su visión de la vida. De hecho, suele ser llamado «el Mozart de la teología» no solo por las aparentes levedad y ligereza de su pensamiento (Ratzinger es más fácil de leer que otros teólogos alemanes), sino también por la profundidad y dramatismo de sus ideas. Mozart como música de fondo. Además, ha afirmado que un teólogo que no tenga sensibilidad estética resulta peligroso. Siempre tiene algo de tiempo para tocar el piano… Para él la belleza no solo es importante para la teología, sino también para la misma vida de la Iglesia.

En esta sociedad posmoderna y algo esteticista, decía Ratzinger, la razón y la belleza presente en el arte cristiano y en la vida de los santos puede ser un testigo de excepción: la mejor tarjeta de presentación para el cristianismo. La inauguración de la Sagrada Familia ha constituido todo un símbolo en este sentido. En Gaudí se encuentran unidas estas dos dimensiones de la belleza cristiana: en primer lugar, como creador de una belleza nueva, moderna y dirigida a la gloria de Dios, tal como aparece en el templo barcelonés; por otra parte, por la belleza presente en la vida de los santos, si el proceso de beatificación del «arquitecto de Dios» llegara a buen puerto. El arte cristiano y la santidad hacen presente la Belleza divina en este mundo.

Estas serían las siete palabras en las que me parece que se podría sintetizar el “programa” del papa actual. Representado todo esto de modo gráfico, vendría a ser algo así: 2 núcleos concéntricos (Cristo y la Iglesia), 4 pilares ontológicos y teológicos (amor, verdad, belleza y esperanza) y 4 referencias y actitudes: razón, corazón, (ad)oración y creación. Tal como figura en este cuadro:

                      

Espíritu de Penitencia

Se trata de un tema típico de la ascética cristiana.

Todo el que se ha propuesto vivir una vida cristiana y quiere llevar a la práctica el mandamiento del Señor, que Él mismo resume en amar a Dios, amar al prójimo, sabe que las principales dificultades no vienen de fuera, vienen de dentro. Esto no es nuevo, también Jesús lo había enseñado: se del interior de la persona, de su corazón, de donde salen todos los males. Dice Jesús: “Porque del corazón provienen los malos pensamientos, homicidios, adulterios, fornicaciones, hurtos, falsos testimonios, injurias. Estas son las cosas que hacen impuro un hombre. “(Mt. 15, 19)

Y cualquier persona con un poco de experiencia en la vida ascética sabe reconocer en su interior estas tendencias, y sabe que solo luchando contra ellas podrá progresar en su camino hacia la santidad.

¿Que le pasa al corazón humano?

Este desorden interior viene de antiguo: nos habla de la herencia lejana que nos lleva hasta el Pecado Original. Recibimos en herencia una naturaleza que está manchada de origen, que lleva la marca de aquel pecado con que Adán y Eva se rebelaron contra el Creador.

La lucha cristiana es en primer lugar contra estas tendencias interiores que nos llevan a centrarnos en nosotros mismos, a ser egoístas, con todas las consecuencias que acompañan al egoísmo.

El espíritu de penitencia es el espíritu de la persona que quiere luchar contra estas inclinaciones que nos apartan de Dios y de los demás.

Se puede encontrar un texto antológico de San Josemaría explicando el espíritu de penitencia en la vida ordinaria en el libro Amigos de Dios n º 138

http://www.escrivaobras.org/book/amigos_de_dios-punto-138.htm

El tiempo de la Cuaresma es un buen momento para renovar la lucha en algunas de las manifestaciones que hay de egoísmo en nuestras vidas. Evidentemente no hay recetas generales porque, aunque todos lo tenemos, este defecto tiene muchas caras y quiere “un tratamiento personalizado”, podríamos decir. Es un buen tema para trabajar

Mn francesc Perarnau

¿Dios? una Introducción a la Teología para Universitarios

El día 5 de marzo se inicia el primer ciclo de conferencias de Teología para Universitarios en la Iglesia de Santa María de Montalegre. Este ciclo presenta el tema de la Teología, es decir, aquella disciplina universitaria que se ocupa del estudio de Dios, como una oportunidad para los universitarios de todas las ramas, con la finalidad de establecer un primer contacto con la teología cristiana, como disciplina científica, con expertos de primer nivel.

Podemos decir con certeza que la Teología actualmente en las universidades civiles españolas no se estudia como una disciplina del saber, otra cosa es lo que pasa en Europa en general, y a gran distancia con la universidad alemana, de la que han surgido grandes teólogos, y de los que con profusión el Santo Padre Benedicto XVI se hace eco. En España no sólo la enseñanza básica de la religión se ha suprimido durante varias generaciones de las escuelas, sino también de las universidades. Así que con este reto el folleto de presentación de las conferencias comienza con una pregunta: ¿Dios?.

En este contexto la Iglesia Santa María de Montalegre con colaboración con el Departamento de Filosofía Teorética y Práctica de la Universidad de Barcelona ha organizado el ciclo del que ahora informamos.

Los ponentes y conferencias:

Lunes 5 de marzo: De qué hablamos cuando hablamos de Teología, una visión desde la filosofía, a cargo del Dr.. Eudald Forment, catedrático de Metafísica por la Universidad de Barcelona.

Lunes 12 de marzo: Dios tiene algo que decir a los hombres? La Revelación, a cargo P. Ignacio M. Fossas, prior del Monasterio de Montserrat.

Lunes 19 de marzo: Jesús, el Dios hecho hombre a cargo de Prof.. Armand Puig, decano – presidente de la Facultad de Teología de Cataluña.

Lunes 26 de marzo: Y la Iglesia, qué pinta en todo esto?, A cargo de Dr.. Josep Ignasi Saranyana, miembro del Pontificio Comité de Ciencias Históricas (Ciudad del Vaticano).

Horario e inscripción:

Todas las conferencias serán de 19.30h a 21h, en el salón de actos de la iglesia. La inscripción es gratuita pero imprescindible, y se puede hacer a la dirección de correo: introduccioteologia@gmail.com y por teléfono 933 014 347.

Servicios Informativos Montalegre

Una Nueva Evangelización

Ciertamente la Iglesia, desde su fundación, nunca ha dejado de evangelizar; a lo largo de su historia bimilenaria ha cumplido siempre con el mandato de Jesús: Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura (Mc. 16,15).

Fruto de esta Evangelización incesante es el hecho de que la doctrina cristiana está extendida por toda la tierra. En todos los continentes es posible encontrar la huella del Evangelio de Cristo, aunque, en algunos lugares, no haya llegado a calar en profundidad en la sociedad.

Pero, como el mismo Jesús anuncia en la parábola del sembrador, en algunos lugares donde la predicación se remonta hasta los mismo orígenes del cristianismo, parece que aquella semilla está siendo ahogada por abundantes espinos. Por motivos varios, seguramente por la negligencia de muchos cristianos, posiblemente también nosotros mismos nos hemos de acusar de esto, el campo de Dios ha sido descuidado, se ha permitido que crezcan en él las zarzas que han impedido que la buena semilla sembrada creciera y diera su fruto.
Desde hace mas de 25 años, el sucesor de Pedro nos convoca a lo que ha llamado una Nueva Evangelización. A ella estamos todos llamados, cada uno en la medida de sus posibilidades.
Se trata sobre todo de una nueva actitud, de una afán renovado de tomarse muy en serio la fe , de vivirla a fondo, de hacerla vida y de llevarla con la propia vida a todos los campos donde nos movamos; que los padres de familia la vivan en sus hogares, que la enseñen a sus hijos, que les muestren la maravilla del camino cristiano; que los cristianos seamos un ejemplo en el modo de vivir la grande virtudes, de modo muy especial la virtud de la Caridad, que, no lo olvidemos, es la virtud que nos distingue: Jesús nos lo dijo claramente, en esto conocerán que sois mis discípulos, si os amáis unos a otros.
Como los primeros evangelizadores, el trabajo a desarrollar no será fácil, y con frecuencia, también como aquellos, en algunos lugares habrá que ir contracorriente, habrá que vencer la resistencia de un ambiente reacio a las enseñanzas de Jesús. Quizá haya que sufrir el pequeño martirio de la incomprensión o de la burla…  No debe importar demasiado. Se cumpliran entonces las palabras de Jesús en la Ultima Cena en las que, junto al aviso sobre las dificultades futuras, hay también la certeza del triunfo de Jesús: en el mundo habéis de tener tribulación; pero confiad: yo he vencido al mundo (Jn 16, 33).
Mn Francesc Perarnau

Para evangelizar el Matrimonio y la Familia

En el año 1965 se iniciaron las Jornadas de Cuestiones Pastorales de Castelldaura, con la finalidad continuada de dar formación en el marco de la doctrina católica y siempre sobre temas que fueran de actualidad y de interés pastoral. Así este año se ha desarrollado la edición 47 con el tema central: Matrimonio y Familia para una nueva evangelización, los días 24 y 25 de enero en Premià de Dalt (Barcelona).

El Vicari de l'Opus Dei i l'Arquebisbe de Barcelona

Los temas en torno al matrimonio y la familia han tenido un carácter teológico, antropológico, filosófico y metafísico, doctrinal, humano y social, por lo tanto entendemos que muy completo.

En la presentación del Acto

El Vicario del Opus Dei, Dr. Antoni Pujals dio la bienvenida y agradecimientos a todos los presentes en especial al Cardenal Presidente del Consejo Pontificio Ennio Antonelli, al Cardenal Arzobispo de Barcelona Lluís Martínez Sistach, al Arzobispo de la Seu Enric Vives, a todo el clero (unos 150 sacerdotes) y también a los laicos allí presentes. Puso de manifiesto las preocupaciones pastorales en relación con una nueva manera de hacer la evangelización: hay que saber presentar a los jóvenes el matrimonio y la familia de modo que lo vean como un ideal que llena todas las expectativas. El Cardenal Arzobispo de Barcelona refirió las actividades que ya se están preparando para esta nueva evangelización en la diócesis de Barcelona, además destacó como importante (entre otras cosas) el hecho de que el Santo Padre Benedicto XVI haya creado un nuevo Dicasterio, y que el próximo sínodo de obispos en octubre tenga que ser sobre la evangelización. Dijo: Es urgente evangelizar…. el matrimonio y la familia deben ser evangelizados y deben evangelizar. También hizo referencia a la Basílica de la Sagrada Familia, diciendo que Antoni Gaudí dejó un proyecto único de forma providencial…., y será el icono de la Nueva Evangelización.
El programa de la 47 Jornadas

Primer día
La familia cristiana, primer camino para la evangelización
por el Emmo. y Rvdmo. Sr. Cardenal Ennio Antonelli, presidente del Consejo Pontificio para la Familia.

El amor matrimonial y la dignidad humana: claves para la comprensión de la paternidad responsable por el Dr. Joan Costa, profesor de la Facultad de Teología de Catalunya.

Aspectos positivos y problemáticos de la perspectiva de género por el Dr.. Enric Vidal, profesor de la Universidad Internacional de Catalunya.
Segundo día
Porque vale la pena casarse, por el Dr. Tomás Melendo, Catedrático de la Universidad de Málaga.

Reconciliaciones conyugales: experiencias sobre mediación y terapia familiar para Virginia Olano, Delegación de Pastoral Familiar del Arzobispado de Barcelona.

Herramientas para la felicidad en el matrimonio: la orientación familiar por Javier Vidal-Quadras, director del Fert y secretario general de la International Federation for Family Development.
Lo que destacamos

Cardenal Ennio Antonelli

El Cardenal Ennio Antonelli, en su larga e interesante intervención, inició su conferencia destacando el cambio histórico actual en todos los niveles (científico, teológico, económico, etc.) y se refirió constantemente a la encíclica Familiaris Consortio del Beato Juan Pablo II, así como a discursos y catequesis del referido Santo Padre, y también palabras y textos recientes de Benedicto XVI. Señaló como muy importante que “La finalidad del matrimonio no es únicamente el bien de los cónyuges, los hijos y de la sociedad, sino también una revelación en la historia de Dios y de su amor”. Enumeró una serie de temas candentes que la familia debe afrontar, y estimuló el crecimiento de un fenómeno nuevo y en expansión: las redes familiares, se trata de grupos de familias que se unen para desarrollar servicios, principalmente educativos y asistenciales.

Mn. Joan Costa propuso un tema muy importante cómo lo es la paternidad (y maternidad) responsables, y habló de la sexualidad y de las relaciones conyugales sin tapujos: La vida esponsal es algo que ha puesto Dios en los esposos, no es un tema de gustos, no se pueden poner condiciones, hay que ponerse de rodillas, rezar, comprometernos en el plan de Dios, y escucharlo…. No se trata de tomar una decisión sobre el número hijos a tener, se trata de escuchar a Dios en la generosidad…. ya que la corporalidad es como la luz que ha dejado Dios para entender qué hacemos aquí.

(más…)

Nos vamos a Francia!

La Iglesia de Santa María de Montalegre organiza una vez más una peregrinación, con actividades litúrgicas, formativas y turísticas. En esta ocasión, y por primera vez, nos vamos a París y a Lisieux en el próximo mes de mayo,  en concreto los días 11 (viernes), 12 (sábado) y 13 (domingo) de MAYO 2012.

En la peregrinación a París visitaremos la Capilla de la Virgen dela Medalla Milagrosa en Rue du Bac 140. Después de un almuerzo a la francesa, pasearemos por el río Sena en Bateaux Mouche, haremos una visita al templo del Sacre Coeur y al barrio de Montmartre. En Lisieux, visitaremos el lugar donde vivió y reposa Santa Teresita del Niño Jesús, el Carmelo, Les Buissonnets y la Catedral.

El viaje de ida y vuelta a París será en avión, y todos los demás traslados en autocar, la pensión completa los 3 días, y misa diaria en París y Lisieux. El precio por persona aproximado: 650 euros. El primer pago por persona ahora!: 200 euros.

Para más información e inscripciones:

VIAJES MAGISTER: teléfono: 934879423

Por mail: gef@montalegre.org

Servicios Informativos Montalegre

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